1. Las traducciones suponen la primera dificultad: ya hemos dedicado un par de entradas a la cuestión, con ejemplos, que pueden verse pulsando en la etiqueta correspondiente. Los principales problemas que identificamos son la traducción propiamente insuficiente, en el sentido de no considerar posibles significados a las expresiones que GK utiliza, el paso del tiempo –que transforma los significados de las palabras-, o la forma de componerlas para el español de hoy; el propio deseo de hacer una buena literatura en español, pero que oscurece la claridad de la frase original, y sobre todo, el desconocimiento del pensamiento de Chesterton, que ayuda mucho a entender el sentido específico de lo que hay que expresar en español. En esta entrada se alaba a quienes proponen un método abierto de corrección y mejora de sus traducciones, criterio que seguimos en nuestras versiones de los textos de GK.
2. Una dificultad menor procede de mencionar con muchísima frecuencia personajes -históricos o literarios- o lugares poco conocidos en España, pero muy populares en el mundo anglosajón en su época. Este problema se resuelve fácilmente con notas a pie de página, pero las distintas ediciones de las obras de Chesterton lo tratan de modo muy distinto: la mayoría ofrece esas notas del traductor con la adecuada explicación, pero algunas no realizan esa labor mínima de investigación, y se echa de menos. Las más de las veces, el traductor considera que algunos nombre merecen nota y otros no, lo que resuelve el problema sólo en parte. Por fortuna, son escasas las veces que el desconocimiento del personaje o lugar impide entender el sentido de la frase en cuestión, por lo que –salvo excepciones- es un problema menor.
3. La pequeña, pero necesaria sincronización con algunos temas de hoy. Chesterton vivió en el tránsito del siglo XIX al siglo XX: un cuarto de siglo en el primer caso y algo más de un tercio en el segundo. GK tuvo esa lucidez que se otorga a algunos grandes observadores de la Modernidad: Friedrich Nietzsche, Charles Baudelaire, Georg Simmel, Walter Benjamin… Con poco más de un siglo, estos autores tuvieron el don de advertir –en determinadas manifestaciones de su época, a veces muy sutiles- lo que un siglo después sería la plenitud de la Modernidad, que algunos denominan Postmodernidad. Nuestro Chesterton se encuentra en este reducido grupo de clarividentes. Sin embargo, como es lógico, a veces hay referencias que precisan una cierta sincronización, que es la palabra que utiliza García-Máiquez (prólogo a La superstición del divorcio) para referirse a las aclaraciones conceptuales: el papel de la mujer, la cuestión de los judíos, cierta consideración de los pobres… Para solventar estas cuestiones y algunas otras que exceden este plano, abriremos una página completa que se llame Dificultades y enigmas, porque puede sorprender cómo es posible que un tipo tan agudo como GK sostuviera que era mejor para la mujer no acceder al sufragio. Pero también hay otras cuestiones que suscitan igual interés: la crítica a los optimistas -pues él lo era- o la defensa de un mundo eminentemente agrario por parte de un gran urbanita, como de hecho era el propio Chesterton.
4. El estilo, a veces denso y barroco, y de apariencia desorganizado (aparentemente, porque GK sabe siempre perfectamente dónde quiere llevarnos). Lleno de brillantes ideas y paradojas sorprendentes, agudo como él solo, pero al mismo tiempo, haciéndonos recorrer territorios impensables para el lector, que producen tanta satisfacción como desconcierto. Esto ocurre en determinados textos más largos, que hacen de muchos de sus ensayos tan brillantes como de difícil comprensión. Por eso mismo, merece una página completa, además de las entradas que ya existen en el blog, dedicadas a eso. En cualquier caso, no olvidemos que GK es ante todo un artista: quiso ser pintor, aunque al final se decantó por la escritura. Sus escritos de crítica de la cultura son brillantes, porque siente lo que sentían los artistas, pues era las dos cosas a la vez. Parte del estilo es lo que hemos llamado chestertonadas, expresiones formales o conceptuales típicas de GK: no son sólo las paradojas, sino otras muchas expresiones. Pueden gustar o no, desde luego, no dejan indiferente. Hay muchas en la etiqueta correspondiente, y algún día llegará su estudio sistemático.
5. El método de GK está estrechamente relacionado con su estilo en términos de presentación -que ya sabemos enrevesado-, aunque ahora me refiero menos a la forma en que lo dice que a la manera en que funciona su cabeza, en sentido filosófico: qué argumentos utiliza y cómo los construye, de qué manera llega a sus conclusiones. Como el método en sí no es un problema propiamente dicho. Así que ahora se trata simplemente de anunciar una página propia: aprender a pensar como GK es uno de los objetivos del blog. No sé hasta qué punto estarían de acuerdo conmigo los filósofos, pero yo veo al mejor Chesterton filósofo en la importantísima cuestión del método de acceso a la realidad. GK no trató de realizar grandes aportaciones teóricas, sino aplicables a la vida cotidiana, a una forma de ver el mundo, que –estoy convencido- todos podemos aprender.
Estimados amigos:
Hace tiempo, descubrí por casualidad este sitio. Ya antes, conocía algo de lo que escribió Chesterton. NO había leído ningún libro de él, pero sí diversas frases pronunciadas o escritas en sitios variados, uno de ellos, era o es éste. Me parecieron geniales, de una gran sabiduría. Eso me animó a leer sus libros. Quise empezar por los que podríamos denominar «fundamentales»: Ortodoxia, Herejes, El hombre eterno.
Pues bien, cuál fue mi sorpresa cuando al leer esos libros (y otros más), me topé con páginas y páginas de palabrería, en las que de vez en cuando aparecía, sí, alguna genial idea, pero para ello, antes había que zamparse mucha verborrea, que a mí me cansaba. Dejé Herejes sin leer, y me puse con Ortodoxia, Aqui, más de lo mismo, y con El hombre eterno, mucha más palabrería, páginas y páginas de palabras, que quizás deleiten a un chestertoniano, pero a mí, la verdad, me hastiaban. No lo terminé tampoco.
La verdad es que me ha desilusionado un poco Chesterton. Creía que iba a encontrar algo estupendo, y lo que he hallado sobre todo ha sido ingentes cantidades de palabras. No sé si se deberá a mi inteligencia o si es un fenómeno más o menos normal en quienes se enfrenta por vez primera a la obra de este escritor.
Veo mucho más claro, de estilo más interesante a un Belloc, a un Lewis, a un Ronald Knox…