CHESTERTON VS WILLIAM R. INGE

                         

            Chesterton en su artículo “Las supersticiones protestantes”, analiza un texto del deán de San Pablo de Londrés, que pasamos a comentar.

            Leído cuidadosamente, y conocida la personalidad del deán Inge, vamos, con el auxilio de Chesterton, a extraer una serie de consecuencias que nos acercan a algunas falacias contra-católicas. En estas falacias y supersticiones, que no son más que ataques a la teología y fe católicas, el deán emplea un tipo de pensamiento refutatorio pueril y antediluviano: así en su exposición, el autor Inge no define, previamente, los conceptos que utiliza; de tal modo que una vez que lanza su aserto, al rebatir una idea o pensamiento, replica simplistamente con el método “me gusta” o “no me gusta”, como si una cuestión filosófica o doctrinal fuera igual que la contemplación de una pintura o un paisaje. Obviamente, son objeciones no razonadas, nada lógicas y, en absoluto, nada razonables. Además, en primera instancia, también es de buen razonar – según el deán de San Pablo- aceptar la opinión de lo que cualquiera diga, sin tener en cuenta el rigor y formación que tenga el que opina; a este respecto, nos dice Chesterton:”Pero cuando una persona asume la postura absurda de creer lo que cualquier otro pueda creer, ante todo quisiéramos saber en qué cree, cuáles son los principios en los que cree; y, sobre todo, en que cosas no cree”.

            Inge en su crítica, cargada de saña ideológica y falsedad, arremete contra John H. Newman, al que tilda de pagano. Así leemos en Chesterton, con su voz de piadosa ironía, lo que al respecto nos dice de Inge: “Se trata de un impresionante y vergonzoso pasaje en el que el degradado apóstata dice que es feliz con su religión y con las coas de esa religión que le rodean; que le gusta tener objetos  que hayan sido bendecidos, que vive un sentimiento de protección con las oraciones, con los sacramentos y todo lo demás. Y que una felicidad de esa clase satisface su alma.”  Porque para el deán las prácticas de la Iglesia Católica –misa, sacramentos, oración, sacramentales, etc.- en lugar de constituir la clave de la felicidad del creyente, conforman un manual de paganismo. El deán, a partir de su crítica, parece querer justificar su posición ( eugenésica, antidemocrática como opuesta a la política del bienestar social y, aún más, favorable al nudismo y al Derecho animalístico), sin alegar ningún tipo de argumento inculpatorio de las prácticas católicas. Obviamente se comprenderá, dada la ideología liberal que supuran los textos de Inge, que chocará frontalmente con Newman, para el que una de las principales causas de su abandono de anglicanismo fue el fuerte componente de liberalismo que rezumaba la religión local.

En el fondo, el deán William Ralph Inge no cree en el poder que Dios nos da en los sacramentos, en la oración y en las demás manifestacions litúrgicas y paralitúrgicas de la Iglesia de Roma. Y de este modo cae en el absurdo – muy protestante- de pensar que Dios nos da una Ley que observar y, a la vez, la imposibilidad de cumplirla. Este absurdo altamente supersticioso, es bizarra y acertadamente,  combatido y abatido por Dios en la pluma de S. Agustín: “ Dios no manda cosas imposibles; y cuando las manda, nos pide hacer lo que podamos y a pedir lo que no podamos, y entonces nos ayuda para que podamos”. Tan esclarecedoras fueron las palabras de San Agustín, sobre el poder de la oración, que el Concilio de Trento declaró dogma de fe lo enunciado por el santo de Hipona.

            Por otra parte, el deán Inge también critica y fuertemente a Newman, porque considera  que nada tiene que ver con el protestantismo inglés, que Newman abandona y el deán idolatra. Y la razón es que el protestantismo inglés es local, por ser inglés, por ser una manifestación nacida en el pasado de Inglaterra. En fin, el deán no denota, en este caso, que no hay más que un sentimiento nacionalista, que ahoga argumentos teológicos y nublan su inteligencia, para entender que la religión tiende a ser universal, como si lo piensa  y cree Newman. Y, además, con este localismo añejo deriva que Newman avala su paganismo. En definitiva este clérigo anglicano nos deja plasmada una faz discusiva plana, diluida y sin forma ni color. Es una exposición basada en lo local, en lo provinciano que venera el insulto. Inge con su relato nos demuestra que el cristianismo anglicano carece de la universalidad y de la catolicidad de la iglesia romana, tan exageradamente que su argumento se puede resumir en el lugar común de “lo que está ahí”.

            Chesterton juzga la postura del deán como no válida, en un mundo en el que conviven varias concepciones filosóficas y religiosas, todas tendentes a aportar valores universales, que se encuentran esparcidas por el tiempo y el espacio, y poseedoras de un estatus de criterio, de reflexión y de espiritualidad. Y, principalmente, son concepciones que no carecen del razonamiento lógico. Lo cual da lugar a otra cuestión aparte, cual es el análisis devenido del papel fundamental y fundacional del recto razonar de la Revelación.

            Hacemos mención, a continuación, a la creencia y actitud de la Iglesia Católica la cual siempre ha sostenido que el poder de Dios actúa sobre lo material. Milagrosamente, es decir, lógica y realmente Dios bendice los sentidos del cuerpo y el alma del hombre. Y todo lo que es sagrado, sea sacramento o sacramental: agua, aceite, pan, crisma, vino, y, también los gestos de las bendiciones o imposiciones de manos, forman parte de la esencia de esta religión. Ante ello, el deán Inge no opone principio alguno, sino que esgrime una batería de prejuicios contra la misa y, en general, contra la Iglesia; opone, eso sí, lugares comunes no tan comunes, que deviene en una rara especie de superstición callejera.

Pickwick

Una respuesta a “CHESTERTON VS WILLIAM R. INGE

  1. FERNANDO JOSÈ ARES

    muy buena columna!!!

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