Archivo mensual: octubre 2013

GK, autor de libros de viajes

La fama internacional de GK hizo que viajara por diversos países, impartiendo conferencias. Las editoriales en seguida vieron un filón en estos viajes, y encargaron obras sobre ellos.

Que sepamos, la única obra traducida al español es Lo que vi en América, publicado por Renacimiento, pero son muy conocidos Iris ImpressionsThe New JerusalemThe Resurrection of Rome. En algunos de sus libros se publicaron artículos dedicados a otros países -Francia, Holanda, Polonia-. Espuela de Plata ha traducido una recopilación póstuma, publicada con el sugerente nombre El color de España y otros ensayos, pero sólo cinco artículos se dedican a ese país.

Portada interior del libro

Portada interior de La Resurrección de Roma

Hasta aquí,  el texto que hemos añadido al breve elenco de las obras de GK, en la página correspondiente. Para darle la necesaria difusión, iba a escribir una breve entrada sobre esta característica, cuando encuentro este texto de Luis Daniel González, que a su vez recoge palabras del propio Chesterton, y que es una buenísima autopresentación de GK. Sólo reproducimos un fragmento de la entrada de Bienvenidos a la fiesta:

«Dejando al margen las peculiaridades del estilo de Chesterton, y que siempre se dirige a lectores ingleses y por tanto menudean las referencias a la historia y los hábitos de su país, estos libros muestran bien algunas de sus singularidades, que podrían llamarse defectos o limitaciones como el mismo autor afirma en The Resurrection of Rome (1930).

Una, en el mismo comienzo, cuando dice que le pidieron escribir un libro sobre Roma y él explicó francamente que se veía como un mal reportero y un mal reseñador por su falta sentido de la proporción: Encuentro demasiadas cosas interesantes y poseo pocas cualidades para lo que se requiere, las cualidades de selección y de concentración. Soy un mal reportero porque todo me parece merecedor de un reportaje; y un mal reseñador porque cada sentencia en un libro me sugiere un ensayo independiente.

Otra la manifiesta poco después: Del mismo modo debo confesar (…) que soy un mal viajero o, al menos, un mal turista. Y de nuevo debo decir que tengo respeto por el turista pues lo mismo es verdad de un peregrino. Yo soy la clase de peregrino que nunca ve al Papa porque se queda demasiado tiempo mirando a la Guardia Suiza.

Una tercera se ve cuando habla de su entrevista con Mussolini, que tuvo lugar en francés y eso también propició –se lamenta- que no le entrevisté porque él me entrevistó a mí. La conclusión que saca Chesterton es que no soy un buen periodista, debido a verse atado por esos modales victorianos que le llevan a permitir a su interlocutor que hable: pido perdón por este mal ejemplo para cualquier Guía del Periodista Joven.

Y otra más, quizá la más importante y uno de los grandes placeres que produce la lectura de Chesterton, es su inclinación a tomar ocasión de cualquier pequeño motivo para abrir grandes panoramas al lector: Sé bien que la impresión general que producirá este libro es que yo no puedo hablar acerca de algo sin hablar acerca de todo. Es un riesgo que debo aceptar pues es un método que defiendo.«

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El origen de ‘The Outline of Sanity’

En esta entrada se explica el contexto que dio origen del libro que vamos a comenzar a estudiar en el Club Chesterton: The Outline of Sanity. Y para que todo el que desee seguirlo de manera no presencial pueda hacerlo adecuadamente, iremos colocando semanalmente alguna entrada referida a él.

Chesterton trata todos los temas porque es y se siente sobre todo un crítico de la cultura, en su sentido más amplio, y no sólo la literaria o artística. Por referirse a las prácticas humanas dotadas de sentido –actual o habitual-, la cultura es la categoría más amplia que se puede estudiar en ciencias sociales.  En último término, toda la vida social es cultura, puesto que es una creación humana y social. También son culturales las prácticas económicas de una determinada sociedad o época, ya que los comportamientos de la gente han de estar legitimados por el conjunto de la sociedad (por ejemplo, robar no suele estar aceptado socialmente, pero sirve para que alguna gente consiga recursos; aunque algunas sociedades o grupos se dedican a la rapiña, los piratas por ejemplo). The Outline of Sanity está dedicado a la crítica de la visión dominante en su tiempo –que todavía es el nuestro- con respecto a la economía y la política. Aunque GK nunca se sintió ni quiso ser sociólogo, su capacidad de llegar al fondo de las cuestiones puede ser tomada como ejemplo e inspiración para el análisis de ésas y otras cuestiones relevantes de la vida social.

Tras la salida de su crisis personal, a finales del s.XIX, GK se implica en cuestiones políticas, militando en el partido liberal primero, aproximándose a la Sociedad Fabiana después, estableciendo sus propios criterios mientras tanto, y posteriormente creando la Liga Distributista, siempre con inquietudes y fines reformistas. La razón es que Chesterton no interpretó su crisis personal en términos individuales, sino que –tenía ese don especial- de advertir que la forma particular de su crisis estaba relacionada con el decadente  ambiente victoriano de su época, traducido en la autocomplacencia imperialista primero y en el materialismo generalizado después.

GK estudia una primera tanda de problemas de su época en Lo que está mal en el mundo (1910), que tiene un carácter que podríamos denominar eminentemente socio-antropológico: el hombre, la mujer, el niño, la educación… todo a la luz de uno de los conceptos nucleares de GK: el hogar del hombre, un hogar que es también hogar en sentido amplio y por tanto social (y no utilizo la palabra comunitario porque él no la emplea, además de poseer determinadas connotaciones sociopolíticas actuales que distorsionarían su visión).

Pues bien, son precisamente esos últimos años de la primera década del s.XX cuando tiene lugar un importante debate entre cuatro autores. El escenario es The New Age, un periódico de la Sociedad Fabiana, en la que militan George Bernard Shaw y H.G. Wells, aunque Chesterton ya lo ha abandonado hace tiempo. Hilaire Belloc –íntimo amigo de GK, católico y parlamentario- es el cuarto autor presente en este debate. En ese momento quedan ya puestos los cimientos de lo que más tarde se llamará distributismo, en confrontación con el capitalismo y el socialismo.

Aún tendrán que pasar unos 15 años para que estas ideas se consoliden y desarrollen. Está por medio la Gran Guerra, marcada sobre todo por el esfuerzo batallador realizado por GK desde las letras para ganarla, y su posterior agotamiento y enfermedad. Y de manera muy importante, la muerte de Cecil Chesterton, su propio hermano, que había ido a Francia para contribuir a la victoria en el frente, y que vino a enfermar sin remedio en medio de las deplorables condiciones de los soldados de aquella época.

A mediados de los años 20, la reconstrucción del orden postbélico –unida al triunfo de la revolución bolchevique- vuelve a poner en primer plano las cuestiones sociales, económicas y políticas, pues son debates que toman relevancia ante la posible existencia de una alternativa viable al capitalismo. GK, que siempre ha entendido que lo que ocurre en el terreno económico condiciona el resto de la vida social, lleva tiempo trabajando estos temas. Cuando se produce el cierre de The New Witness (1923), el periódico que Cecil había fundado y que Gilbert se sintió en la obligación de continuar en defensa de sus ideales reformistas, es el momento oportuno para empezar una nueva aventura editorial.

A pesar de su inicial rechazo, Chesterton es consciente de su gancho y su éxito entre el público, pues ya es un autor de fama internacional, que viaja y da conferencias por medio mundo. Aceptar la creación del GK’s Weekly –su primer número apareció el 21 de marzo de 1925-, con Gilbert de presidente –aunque no de director ejecutivo- pareció la única manera de seguir interviniendo en la vida pública de su país. Y no sólo en cuestiones económicas y políticas, en un momento de efervescencia social: acababan de aparecer La superstición del divorcio y La eugenesia y otras desgracias, que responden a intensos debates del momento: el segundo contribuyó a que Inglaterra poseyera las leyes eugenésicas más moderadas del contexto europeo.

Era el momento de dar un nuevo impulso a la cuestión social, sobre todo si se cuenta con todo un plantel de autores y colaboradores que contribuirían a sacar adelante el semanario, que aún habría de sobrevivir una década a la muerte de su fundador. Estos autores eran de muy variada procedencia y filiación social, filosófica y religiosa, pero compartían el rechazo de los sistemas imperantes y estaban dispuestos a hacer algo, empezando por pensar y difundir formas alternativas a las que ya se conocían y cuyas nefastas consecuencias se veían desde hacía décadas en el caso del capitalismo o se consideraban una promesa del paraíso en la tierra. Entre todos instituyeron la Liga Distributista, de la que se cuenta una anécdota en el Chestertonblog.

Las páginas de GK’s Weekly constituyen, por tanto, el origen de los artículos posteriormente recogidos y publicados con el nombre de The Outline of Sanity en 1927, además del de otros muchos textos circunstanciales o dedicados a otros temas. El semanario vio también la publicación por entregas de El retorno de Don Quijote, destinado a novelar la existencia de auténticos quijotes distributistas, antes de ser publicado como libro en 1927. También pertenece a este momento el famosísimo debate entre Chesterton y G.B. Shaw, moderado por Belloc, publicado posteriormente con el nombre de «Do we agree?» (1928).

Bibliografía especializada:

SADA CASTAÑO, D. (2005). G.K. Chesterton y el distributismo inglés del primer tercio del siglo XX. Madrid: Fundación Universitaria Española.

GUTIÉRREZ, M.R. (2013). Chesterton, director de GK’s Weekly. En P. GUTIÉRREZ CARRERAS & M.I. ABRADELO DE USERA (Eds.). Chesterton de pie (pp. 61-66). Madrid: CEU Ediciones.

Estilística chestertoniana

En el delicioso ensayo «Una reconstrucción», perteneciente al corpus de ensayos de GK Chesterton «Lectura y locura», publicado por la Espuela de Plata (2008), leemos la siguiente figura literaria -la primera de una serie-: «Se dice a menudo de los poetas desenfrenados y transcendentes que corren el riesgo de acabar en la locura… Son los hombres prosaicos las víctimas más comunes de la locura. Es el racionalista quien enloquece».

En este texto de GKC, si seguimos la retórica al uso, lo calificanos como seno de una cumplida paradoja. Es decir, Chesterton por medio de la pirueta paradójica desvía el lenguaje de su registro estándar, para que nos extrañemos del texto y lo reflexionemos con detenimiento.

En el caso que nos ocupa, el autor continúa el párrafo y niega la paradoja: «No se trata de ninguna paradoja, sino de una afirmación que se nos hace evidente desde el mismo momento en que nos paramos a considerarla». Al fin y a la postre, con la negación/afirmación de su herramienta favorita, lo que pretende GK Chesterton es desvelarnos el sentido de lo real cotidiano y del misterio inefable.

Chestertonada sociológica

“Nos hacemos nuestros amigos; nos hacemos nuestros enemigos; pero Dios hace nuestro vecino. De aquí que llegue revestido con todos los terrores de la naturaleza: tan extraño como las estrellas y tan descuidado e indiferente como la lluvia. El Hombre es la más terrible de todas las bestias. Por eso, las antiguas religiones y el antiguo lenguaje bíblico demostraban tan aguda visión cuando hablaron, no de nuestros deberes para con la humanidad, sino de nuestros deberes con nuestro vecino” (Herejes, cap.14).

Chesterton no era sociólogo profesional, pero podría haberlo sido, y de primera. O quizá no, porque entonces hubiera acabado encasillado en alguna escuela o ‘marco teórico’. En cualquier caso, descubre el hecho primigenio de la vida social: apenas escogemos a la gente con la que convivimos, poseedores de todos los ‘terrores de la naturaleza’. Claro, que lo mismo piensan ellos de nosotros.

El hombre alegre

La alegría, el optimismo y la vitalidad del cristiano es una idea nuclear que subyace de manera constante en el pensamiento chestertoniano. Y la fuente de estos joviales sentimientos es la Fe.  Una Fe esperanzadora, luminosa y omnipresente que resplandece en el horizonte vital del cristiano: «Agua milagrosa que sacia nuestra sed, sustenta nuestras aspiraciones  e irradia destellos de ilusión».

Este es el estado natural del hombre; la pena y la tristeza son periodos excepcionales. La vitalidad ha de tender a expandirse y a contagiarse. El hombre es más humano cuando está feliz. Los cristianos tenemos la obligación de estar alegres y hacer alegres a los demás. Hemos de tener un corazón alegre y así poder cantar por las maravillas que el creador ha puesto en la tierra.

Claro exponente de dicho espíritu jovial y alegre es San Francisco de Asís.  En la bellísima bibliografía que hace GK. Chesterton, (Biblioteca Homo Legens) describe las primeras consecuencias de la  transformación sufrida por el hijo del noble comerciante de telas:

«No tenía ni un céntimo, no tenía familia, según todas las apariencias no tenía ni oficio ni plan ni esperanza en el mundo; y según se internaba bajo los árboles escarchados, rompió a cantar.»

Aparentemente no tenía nada, pero realmente lo tenía todo. Era un hombre feliz.

Jugando hábilmente  con las palabras, define también al poverello, no solo como humanista,  sino como humorista también, que se deja llevar por su humor (y por su amor, diría yo) que va a su aire, en definitiva, hace lo que le viene en  gana y lo hace con alegría.

Juglar, humanista, humorista y poeta. Poeta único y excepcional, ya que poseía un privilegio habitualmente vedado al resto de los poetas, pudiéndosele calificar como el «único poeta feliz entre los poetas infelices del mundo».

También describirá a S. Francisco más adelante  en lo referente a su modo de vida, como un  asceta, pero paradójicamente señala que ese ascetismo, «era desde cierto ángulo el colmo del optimismo.»

Al final del capítulo III, y describiendo el autor el calamitoso y frágil aspecto del santo, por sus constantes ayunos y vigilias por llevar su simple camisa de crin incluso en el crudo invierno, tras tumbarse desnudo sobre el suelo, probando así su insignificancia y nimiedad, continua:

«Y podemos decir, casi con la misma honda certidumbre, que las estrellas que pasaban sobre aquel cadáver enjuto y consumido, despojado sobre el suelo pedregoso, por una vez, en todos sus brillantes ciclos en torno al mundo de la afanosa humanidad, vieron a un hombre feliz.»

Sirva este pequeño recordatorio, para despedir el mes que comenzó con la festividad de uno de los hombres más humildes y a la vez grandes de la historia.

Remedo y puesta al día de un artículo de G.K. Chesterton

Acerca del artículo «Lectura y locura», recogido en el volumen de ensayos del mismo título. Publicado por Espuela de plata, Salamanca. 2008 . Como el texto es un poco más largo que otras veces, lo hemos colocado en una lugar  especial, en una nueva página del Chestertonblog.

La afición e incluso, la pasión de un bibliófilo por los libros, nuevos y viejos, más o menos enmohecidos puede entenderse más lúcida que la de algunos «juntaversos» de hoja subvencionada. Así como la monomanía y, además, obsesiva del viejo profesor por su anticuado  atuendo austero pero digno, es  posible considerarlas unas patologías menos importantes que las de las untadas damas de la alta sociedad, que pierden el norte y el sur por el último modelo de Versace.

Puede ser que el libro o los libros, es decir, las bibliotecas puedan aguardar silenciosos en sus anaqueles a alguno, para volverlo tarumba, pero, ¿cómo definir la entidad y ser de este tipo de demencia?

Consideramos que hay una cierta inclinación hacia este tipo de anormalidad, cuando damos más relieve al símbolo que al referente, como el avaro en cuanto que quiere más al dinero que una buena casa, un buen colegio para sus hijos, un magnífico automóvil, y unos deliciosos caldos y coquetos trajes… hasta dar al que no tiene. Pues sí, en este caso estamos ante un loco. El avaro es un loco. El avaro se ha hecho ajeno a la realidad. De semejante manera, el libro ejemplifica la posesión intelectual humana de la existencia. (… Y a todo esto, el más cuerdo héroe que los siglos han visto, quemando libros, previo escrutinio). Cuando el lector prefiere más al libro, símbolo cerrado de la vida, que a las perlas del conocimiento que encierra – referentes reales del vivir, del existir-, el lector es un avaro. El lector, el avaro, el uniaficionado, cae en la idolatría o único modo de ser ateo.

En este mundo de la idolatría no es lo peor que los idólatras -borrachos o bibliómanos- apunten alguna tendencia perversa, sino que muestren la ausencia de excelencias innatas. Porque el riesgo de enajenación mental en la literatura estriba no tanto en el amor exacerbado por el libro, cuanto en la separación de la vida, en el desinterés por el hombre y sus sentimientos y en lo que, precisamente, de humano recoge el libro recién cerrado.

Nacimiento de la liga distributista

En el Club Chesterton de Granada vamos a comenzar a estudiar la que es probablemente la obra de GK más relacionada con la actual crisis económica. Se trata de The Outline of Sanity, cuya última traducción al castellano ha sido bajo el título Los límites de la cordura, un análisis de la moderna sociedad industrial, del capitalismo y del socialismo, en el GK vierte sus ideas acerca del orden social fundamental. Abriremos una página para el libro y en ella –igual que en el caso de El hombre eterno– iremos colgando los capítulos con nuestra versión del texto y sus correspondientes comentarios.

Para quitar hierro a nuestra última entrada, muy intensa, hemos pensado colocar una anécdota que tenga que ver con el nuevo horizonte al que nos enfrentamos. GK había comenzado la publicación del GK’s Weekly en 1925, con un claro afán de reflexión sobre los problemas del hombre moderno, y uno de ellos –como no puede ser de otra manera- es la organización socio-económica. Durante esos años, la Revolución soviética se estaba consolidando y GK en colaboración con Belloc y otros muchos amigos- sintieron la necesidad de buscar soluciones más adecuadas al ser humano que las conocidas hasta ese momento, particularmente capitalismo y socialismo. Establecieron unos criterios básicos –recogidos en el libro mencionado- que iban publicando en el semanario.

Y a partir de ahora dejamos la palabra a Joseph Pearce, en su magistral biografía sobre GK, Sabiduría e inocencia, p.402-3, mostrando el ingenio y agudeza que siempre caracterizó a GK:

«Empezaron a argumentar que la doctrina tendría más crédito si encontraba expresión en una organización política; de este modo nació la Liga Distributista el 17 de septiembre de 1926, en el Essex Hall situado en el Strand. Chesterton abrió la sesión inaugural citando la afirmación de Francis Bacon de que «la propiedad es como el estiércol: sólo es buena cuando está extendida» y siguió diciendo que «la única idea de la Liga es restaurar la propiedad». A la semana siguiente, tuvo lugar la primera reunión del comité, y Chesterton fue elegido presidente en toda regla. Se discutieron nombres alternativos, como el de Cobbett Club, Liga de los luditas o Liga de los pequeños propietarios, y la discusión se prolongó en el G. K.’s Weekly en una serie de artículos:

«La Vaca y los Acres es un nombre apropiado para el pub en el que podríamos reunirnos, pero como planteamiento económico es demasiado limitado…

La Liga de los Hombres Pequeños (Presidente, G. K. Chesterton), puede parecer en principio que alude a los duendes, no obstante, ha tenido grandes apoyos entre nosotros.

Supongamos por otro lado que llamamos al movimiento La Liga de la Propiedad Perdida… En el conjunto de nuestra ideología, la idea de la restauración de la propiedad perdida es más esencial incluso que la idea de la libertad, tal y como la entendemos en la actualidad. La Liga para la Defensa de la Propiedad y la Libertad implica que la propiedad está ahí para ser defendida, mientras que la Liga de la Propiedad Perdida describe exactamente el estado de la cuestión».

Una nota sobre el nudismo

Hoy ofrecemos un texto breve de GK, perteneciente a El hombre corriente, y que por tanto debe estar escrito en 1935-36. Es corto y delicioso, y lo vamos a utilizar como botón de muestra de cómo pensaba GK. Para hacer frente a los retos de nuestro mundo utilizando a GK como herramienta, no se trata sólo de saber lo que pensaba, sino de aprender a pensar como él lo hacía. Este texto breve proporciona un montón de pistas.

Siempre tengo dudas sobre si dejar los textos de GK tal cual o explicarlos, pero entre los comentarios del blog y los comentarios de palabra con algunas personas, se me ocurre que podría utilizarse un sistema como el de las críticas de cine que avisan con la palabra Spoiler sobre lo que viene después: el que se sienta satisfecho con el texto original, que se plante.

Pero primero, el texto de ‘Una nota sobre el nudismo’:

«Algunos de los escritores modernos más inteligentes tienen una ligera costumbre contra la que quisiera protestar. Consiste en negarse de plano a tener en cuenta la opinión de los demás tal cual es y a considerarla según sus propios méritos. El escritor moderno debe de suponer que es una mera cuestión de elegir entre su propia extremada opinión y algo que está en el otro extremo. Encontré un curioso ejemplo de tal cosa en un excelente libro de Cicely Hamilton llamado Modern Germanies. Trata de la secta de los nudistas, que han renovado la vieja herejía de los adamitas y andan muy tranquilos sin ropa alguna encima, y se toman muy en serio; como si la desnudez fuera un invento moderno. Creo que la señorita Hamilton realmente estuvo dudando un poco, pues sus instintos de persona civilizada la movían a reír, y sus instintos de persona progresista, a aplaudir. ¿Qué hace entonces? Se pone a contar la vieja historia de Pablo y Virginia, la muy artificial y sentimental novela del siglo XVIII, en la que la heroína se ahoga porque se niega a quitarse la ropa. Después agrega que si ‘ella tuviera que elegir’ entre Virginia y cualquier chica alemana que encuentre más cómodo andar sin ropa, elegiría a ésta mejor que a aquella. Pero, antes que nada y en primer lugar, ¿por qué tendría ella ‘que elegir’? ¿Por qué no considerar al nudismo por sus propios méritos; y a la opinión que la gente sensata tiene de la ropa, también por sus propios méritos? Si yo tengo que juzgar a un borracho, lo haré sin tomar por los pelos la comparación con un faquir loco que deliberadamente murió de sed en el desierto. Si tengo que juzgar a un avaro, lo llamaré avaro, a pesar de la posible existencia de un noble vienés, loco y borracho, que arrojó diez mil monedas de oro a tina alcantarilla. No alcanzo a comprender por qué la señorita Hamilton recurre a una extravagancia para justificar otra.

Estatua de Lady Godiva, de William Reid (1949) en Coventry, UK

Estatua de Lady Godiva, de William Reid (1949) en Coventry, UK

Segundo, si supone que Virginia representa la moral normal, tradicional o cristiana, probablemente esté muy equivocada. Muchas autoridades del cristianismo le dirán que su idea del sacrificio se parecía mucho al pecado de suicidio. Porque Pablo y Virginia no fue escrita en un período cristiano, sino en uno del todo pagano, cuando la Francia prerrevolucionaria estaba enamorada de los estoicos paganos que no desaprobaron el suicidio. La historia misma se basa en gran parte en un viejo romance clásico. No puede tomarse como típico del cristianismo moderno, ni siquiera del cristianismo medieval. En este sentido, debe recordarse que Virginia es una heroína pagana, y que Godiva fue una heroína cristiana.

Por último, no estoy seguro de que yo eligiese a la muchacha alemana, si me obligaran a elegir. Podemos pensar que se hace un sacrificio a un código de honor equivocado, pero el sacrificio está ahí; y ahí está el honor. No tenemos razones para suponer que la nudista sabe siquiera lo que nosotros entendemos por honor. No sabemos nada de ella, excepto que no sabe lo que nosotros entendemos por dignidad. Como muestra llana de psicología práctica, creo que es muy posible que la pobre y equivocada doncella, que murió por su dignidad, también muriera por su país, como moriría por sus amigos, por su fe, o por su promesa o por cualquier otra obligación digna. De la otra mujer no sabemos nada, excepto que (con el cerdo y otros animales), se siente más cómoda sin ropa. A mi me parece que es una base insuficiente para inspirar confianza moral».

Y a partir de ahora, el Spoiler, con permiso:

Chesterton actúa como crítico de la cultura, atendiendo a lo que se publica a su alrededor, que a su vez atiende a los fenómenos globales. Como hoy…

-Descubre un patrón de conducta en los periodistas cuando se tienen que enfrentar a una realidad que no saben muy bien cómo enjuiciar y es entonces cuando se propone el dilema.

-Pero proponer un dilema no es juzgar por sí misma una cosa, máxime cuando uno no tiene mucha idea de los elementos que introduce en la disyuntiva.

-Una cuestión a tener en cuenta es que solemos pensar que todo lo que pasa a nuestro alrededor es nuevo, cuando en este caso es tan viejo como los adamitas –que recurren al más viejo de todos los hombres, que comenzó yendo desnudo, claro está. Pero habría que saber que el adamismo es una corriente que surge en el siglo II en el norte de África.

-La siguiente cuestión –por lo que tiene de defensa del cristianismo- es pensar que lo tradicional es cristiano por el hecho de serlo, y GK desmitifica la historia de Virginia, que murió por no querer quitarse la ropa -¡qué tontería!, diríamos hoy- siendo una moderna y romántica heroína pagana, mientras que Lady Godiva de Coventry –heroína cristiana de la Edad media- no tuvo reparos en quitarse la ropa para ayudar a sus súbditos cuando hizo falta.

-Por último, GK recurre a la cuestión de los valores –dignidad, honor, confianza moral: todos insisten en la educación en valores, pero a nadie le importan realmente los valores de los demás. Sin embargo, vivimos en sociedad.

Y además, dos apostillas. La primera sobre sus ejemplos: el avaro y el borracho, tan habituales y simpáticos en sus escritos. La segunda sobre su cultura, en contraste con la nuestra, que nos sabemos los éxitos deportivos y musicales, pero carecemos de referencias… sin más, de referencias.

Chesterton y «Un trozo de tiza»

Con el título de este texto, bautiza GK un bellísimo artículo, al que si miramos con unos ojos no de carne, podríamos enojarnos ante los ‘insultos’ o provocaciones – que no son ni una cosa ni la otra- que nuestro autor parece propinar a su país: Y allí me quedé, inmerso en un placentero trance, al darme cuenta que el sur de Inglaterra no sólo es una gran península y una tradición y una civilización, sino algo incluso más admirable: un trozo de tiza.

Ciertamente, a poco que reflexionemos, estamos ante un proceso de abajamiento en el que GK prestigia algo ínfimo como excelsitud de su patria. ¿Es una especie de distorsión por degradación, llevado a cabo con la metáfora escolar? Es costoso y difícil dejarse seducir por este análisis, ya que, conociendo la humildad de GK, es más viable que éste pretendió -y lo consiguió- hacer la sublimación de lo pequeño. lo nimio despreciable como la virtud que lo acerca a la consideración ensalzadora de lo oculto a la masa. Y nos demuestra que es allí, en el mundo abandonado a lo cercano real donde se resuelve el misterio.Un misterio tan corriente -mas no baladí- como es encontrar la tiza que nos permita aprehender el dibujo del mundo en un papel de estraza: la cual es la forma menos onerosa de poseer. Igual que cuando de posee al leer, al escribir, al ver, al oír…

Más sobre paradojas y chestertonadas

Pensaba dejar para algo más adelante esta entrada, pero dado el clima de reflexión sobre la materia, quizá es ahora el momento de hacerla.

Romeroreche estudia  en su comentario a la entrada anterior una estructura de chestertonada. Yo de momento, me voy a limitar a describirla con cuatro notas:

  • Ironía, entendida como una forma de ir contra corriente, pues a GK le divierte dejarnos a dos velas.
  • Buen humor, pues es imposible dejar de sonreír.
  • Sanity, ya que te ayudan a sentirte mejor y si te lo propones, seguro  que a ser mejor persona.
  • Belleza formal: son ideas redondas, adecuadamente expresadas. Quizá es una pena que no todos sepamos inglés como para manejarnos en el original, pero por lo menos podemos disfrutar de la idea en castellano

Pues bien: he aquí el texto que -ni más ni menos- inspiró este blog, tomado de Las paradojas de Mr. Pond, relato When doctors agree. Sabemos que GK siempre filosofaba en sus relatos, pero en esta ocasión, se diría que el GK-autor interrumpe al GK-narrador, con su opinión personal. Aquí está el fragmento, (incluyendo varias chestertonadas de golpe, naturalmente):

«Las paradojas de Mr. Pond eran de peculiarísima especie. Llegaban al extremo de resultar paradójicas infracciones de la ley de las paradojas. La paradoja ha sido definida como «la verdad puesta cabeza abajo para llamar la atención». Se ha dado en vindicar la paradoja aduciendo que, si hay tantísimas falacias aceptadas que siguen inalterablemente en pie, se debe a que carecen de cabeza sobre la cual pudieran hacer el pino.

Mas hay que admitir que es cierto que los literatos, como otros mendicantes y saltimbanquis, frecuentemente intentan llamar la atención. Colocan en lugar destacado, en medio de un diálogo de una obra teatral, o al inicio o al término de un párrafo narrativo, ocurrencias de esa índole portentosa… como cuando Bernard Shaw escribió: La Regla de oro es que no hay ninguna Regla de oro; o cuando Oscar Wilde observó: Puedo resistirlo todo excepto la tentación; o cuando un escribidor mucho más romo (indigno de ser equiparado a los antedichos y que actualmente expía sus errores tempraneros aplicándose a la nobilísima causa de dejar constancia de los aciertos de Mr. Pond) apostilló en defensa de principiantes y chapuceros y zoquetes varios como él mismo: Si merece la pena hacer una cosa, merece la pena hacerla mal«.

Hay un blog en español que utiliza como lema esta frase, modificada: «Si vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa», probablemente para destacar el valor de la acción y la perseverancia… porque es la frase que circula por todas partes en castellano. Pero el original es éste, mucho más chestertónico, sin duda: «If a thing is worth doing, it is worth doing badly.»