La fama internacional de GK hizo que viajara por diversos países, impartiendo conferencias. Las editoriales en seguida vieron un filón en estos viajes, y encargaron obras sobre ellos.
Que sepamos, la única obra traducida al español es Lo que vi en América, publicado por Renacimiento, pero son muy conocidos Iris Impressions, The New Jerusalem, The Resurrection of Rome. En algunos de sus libros se publicaron artículos dedicados a otros países -Francia, Holanda, Polonia-. Espuela de Plata ha traducido una recopilación póstuma, publicada con el sugerente nombre El color de España y otros ensayos, pero sólo cinco artículos se dedican a ese país.
Hasta aquí, el texto que hemos añadido al breve elenco de las obras de GK, en la página correspondiente. Para darle la necesaria difusión, iba a escribir una breve entrada sobre esta característica, cuando encuentro este texto de Luis Daniel González, que a su vez recoge palabras del propio Chesterton, y que es una buenísima autopresentación de GK. Sólo reproducimos un fragmento de la entrada de Bienvenidos a la fiesta:
«Dejando al margen las peculiaridades del estilo de Chesterton, y que siempre se dirige a lectores ingleses y por tanto menudean las referencias a la historia y los hábitos de su país, estos libros muestran bien algunas de sus singularidades, que podrían llamarse defectos o limitaciones como el mismo autor afirma en The Resurrection of Rome (1930).
Una, en el mismo comienzo, cuando dice que le pidieron escribir un libro sobre Roma y él explicó francamente que se veía como un mal reportero y un mal reseñador por su falta sentido de la proporción: Encuentro demasiadas cosas interesantes y poseo pocas cualidades para lo que se requiere, las cualidades de selección y de concentración. Soy un mal reportero porque todo me parece merecedor de un reportaje; y un mal reseñador porque cada sentencia en un libro me sugiere un ensayo independiente.
Otra la manifiesta poco después: Del mismo modo debo confesar (…) que soy un mal viajero o, al menos, un mal turista. Y de nuevo debo decir que tengo respeto por el turista pues lo mismo es verdad de un peregrino. Yo soy la clase de peregrino que nunca ve al Papa porque se queda demasiado tiempo mirando a la Guardia Suiza.
Una tercera se ve cuando habla de su entrevista con Mussolini, que tuvo lugar en francés y eso también propició –se lamenta- que no le entrevisté porque él me entrevistó a mí. La conclusión que saca Chesterton es que no soy un buen periodista, debido a verse atado por esos modales victorianos que le llevan a permitir a su interlocutor que hable: pido perdón por este mal ejemplo para cualquier Guía del Periodista Joven.
Y otra más, quizá la más importante y uno de los grandes placeres que produce la lectura de Chesterton, es su inclinación a tomar ocasión de cualquier pequeño motivo para abrir grandes panoramas al lector: Sé bien que la impresión general que producirá este libro es que yo no puedo hablar acerca de algo sin hablar acerca de todo. Es un riesgo que debo aceptar pues es un método que defiendo.«