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Presentación del libro «Pensar con Chesterton»

Esta galería contiene 13 fotos.

Puesto que anunciamos la presentación del libro Pensar con Chesterton, ahora nos hacemos eco del éxito de la misma, reblogueando la entrada del Colegio Mayor Albalat, de Valencia, donde tuvo lugar, con un salón de actos lleno, como puede verse … Sigue leyendo

Chesterton, autor de aforismos, por García-Máiquez

Hemos comenzado en el Chestertonblog una serie de perfiles de GK, del que sólo hemos elaborado el de periodista. Preparábamos otro cuando nos hemos topado con este artículo de Enrique García-Máiquez en Nueva Revista, que analiza la vertiente tan conocida de Chesterton, autor -sobrevenido- de aforismos. Basta seguir algunos hastags de Twitter para darse cuenta que Chesterton es uno de los grandes en esa red: se diría que está hecho para los 140 caracteres, retuiteado hasta la saciedad.

Cúpula del Panteón de Roma. Freepic.es

Cúpula del Panteón de Roma. Freepic.es

Recomiendo vivamente leer el texto de García-Máiquez, que nos hace pasar de las pequeñas citas de GK a sus grandes ideas. Por si alguien no tiene tiempo, entresaco alguna cosa. La primera paradoja es que Chesterton jamás se dedicó a escribir pensamientos breves, sino que éstos brotaban espontáneamente en todas y cualquiera de sus obras, pues tenía el don de unir ideas con brillantez de expresión, más allá de los juegos de palabras o las sutiles ironías. Como él mismo dijo en su Autobiografía, «nunca he tomado en serio mis libros, pero tomo muy en serio mis opiniones«.

La difusión de sus citas supone tal ‘estallido atómico’ que Gª-Máiquez se pregunta si no puede suceder que esta expansión en ‘miles de trozos de metralla’ suponga un descuartizamiento de su pensamiento. Y su respuesta es que no, porque todas las frases brillantes de GK proceden del mismo lugar. Y es que –citando a Alfonso Reyes, y ésta es la segunda paradoja- Chesterton, el prolífico autor de aforismos, es hombre de una sola idea: «disimula toda una filosofía sistemática, monótona, cien veces repetida con palabras y pasajes muy semejantes a través de todos sus libros». Y tiene razón: es como el niño de Ortodoxia (Cap.4) que no se cansa de decir ‘¡Que lo haga otra vez!’ (esto es mío, pero no he podido evitar incluirlo). La respuesta es que se apoya sobre una totalidad que proporciona una magnífica unidad a todo lo que dice. Gª-Máiquez ofrece una hermosa metáfora, «si esa idea única que lo cubre todo adquiere la forma de una cúpula, es una cúpula romana», vinculada a su convicción de la ortodoxia como lo única capaz de dar una «explicación coherente de todo y ser fieles al fondo de alegría cósmica que él percibía en la existencia».

Dice Gª-Máiquez que en esa totalidad se aprehende su visión del universo y se desactiva la posibilidad de hacer decir cualquier cosa al autor de la cita: «Cada fragmento de Chesterton, por pequeño que sea, funciona como un holograma de la obra completa que se extiende a lo largo de los 36 volúmenes de los Collected Works de Ignatius Press. Sus citas no son simples extractos ni recortes más o menos aleatorios».

Va siendo hora de concluir, con la última paradoja de nuestra serie de hoy: «La capacidad de ver lo mismo que todos de un modo único, crea una mezcla de deslumbramiento y reconocimiento (o de originalidad y lugar común) que da su peculiar sabor a los mejores aforismos chestertonianos, o sea, a todos prácticamente. Y ahí estriba, en la medida en que se pueda desentrañar su misterio, esa condición que tienen de definitivos a la vez que inacabables».

Las reglas del articulista recomiendan acabar con unas palabras de Chesterton, pero no me resisto a concluir con las de uno de sus mejores discípulos, que anima a descubrir en sus libros «la desmesurada anchura de un autor tan afilado».

Chesterton y la magia, 2: la cuestión del conocimiento

El artículo de Ramón Mayrata que recogimos ayer en el que estudia ‘Magia’ -una de las pocas obras teatrales de Chesterton- es tan rico que daría para varias entradas. Hoy quiero tomarlo como pretexto para plantear una de las cuestiones claves del pensamiento de Chesterton, que se convierte en la llave de la sensatez de la vida: hasta qué punto una amplitud mental nos permite una vida sana o, en sentido contrario, la actitud materialista reduce nuestro horizonte. No es sino una nueva versión de la famosa frase de Ortodoxia (Cap.2): Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo menos la razón. Y sin embargo, el procedimiento de GK en esta ocasión será el contrario al habitual en él. Dejemos que sea el propio Mayrata quien nos lo explique:

Portada de 'Magia'

Portada de ‘Magia’

«Las ideas de Chesterton siempre tienen aspecto punzante, aunque a veces sean reediciones de doctrinas y creencias antiguas y desechadas. Pero tienen la virtud de clavarse como flechas en el cerebro y obligan a pensar las cosas de nuevo, desde el principio. El suyo es un teatro en el las ideas se encarnan en los personajes. Cada uno de los siete personajes de Magia personifica una actitud ante la vida y mantiene opiniones propias, enfrentadas a las de los demás, sobre la ciencia, la religión, la modernidad, la política, el periodismo, la magia y la prestidigitación. Temas que preocupaban a Chesterton».

Mayrata nos relata a continuación el desarrollo de la obra: será el escéptico Morris quien se dedique una y otra vez a desmontar todos y cada uno de los trucos del mago protagonista… hasta que llega un momento en el que no puede explicar determinado fenómeno:

«La realidad es que no existe explicación. El mago no ha ejecutado ningún truco. Sólo ha deseado con todas sus fuerzas que la luz cambie de color y así ha sucedido. Chesterton hace justo lo contrario que en las novelas de la saga del Padre Brown. En ellas presenta un misterio, plantea toda clase de explicaciones de carácter mágico o demoníaco y luego las desbarata, sustituyéndolas por soluciones relacionadas con la vida cotidiana, que nada tienen que ver con el otro mundo.
Con la arbitrariedad maravillosa y desenvuelta que le caracteriza Chesterton reemprende el camino opuesto al que hizo Reginald Scott (1538-1599) unos siglos antes. Scott frecuentó a los magos de su época para que le contaran cómo hacía sus trucos. Y lo escribió en un libro (13) con la intención de demostrar que utilizaban procedimientos naturales y así acabar de una vez por todas con la acusación de brujería que les llevaba a la hoguera.
Chesterton introduce en una sesión de prestidigitación de principio del siglo XX una causa sobrenatural. Evidentemente aquí está el truco. Chesterton hace prodigiosa prestidigitación con las palabras y con las ideas. Pero lo que resulta interesante es el efecto: la reacción de Morris. ¿Su locura es un exceso? Sin duda. Es una caricatura y no es probable que ningún racionalista alcance ese extremo. Pero su locura sirve a  Chesterton para denunciar lo que considera una actitud absurda por parte del hombre moderno incapaz de convivir con aquello que no puede comprender.
El hombre corriente –escribe Chesterton- disfruta de salud porque acepta el misterio. Le preocupa lo verdadero y no sólo lo lógico. Y cuando se enfrenta con dos verdades y con la contradicción se queda con las dos verdades y la contradicción. Sabe que el mundo tiene sus leyes y eso es la ciencia, pero sabe que esas leyes se pueden alterar y, entonces, se produce el milagro.»

Con las ideas de Chesterton podríamos detenernos, pero para hacer justicia a Mayrata, mañana concluiremos con su interpretación.

Chesterton a los ojos de otros periodistas

Para concluir el perfil de Chesterton como periodista (partes 1ª -su propia versión-  y 2ª -su curriculum-) reunimos unos cuantos testimonios que manifiestan cómo le vieron algunos de sus coetáneos. Vamos a comenzar con WR Titterton, que conoció a GK mucho antes de trabajar con él: de hecho, Chesterton le nombró director del GK’s Weekly y desempeñó este cargo durante varios años. Dice Titterton: «Gardiner era un buen director [del Daily News] […] porque lanzó a GKC a una serie de artículos dominicales que tuvieron el efecto de doblas las ventas del News en las ediciones en que aparecían, colaboración que duró muchos años. Es más esos artículos fueron el comienzo de una controversia, continuada por Chesterton en muchos periódicos, reseñas y libros hasta el día de su muerte, que ha tenido y tiene más efecto sobre el pensamiento e incluso sobre los hechos que ningún otro elemento periodístico sobre nuestro tiempo», (2011, p.37). Titterton -que se refiere a la tensión entre patriotismo e imperialismo- sigue así:

«Los progresistas estaban interesados en lo que veían, equivocadamente, como una campaña antibélica (era algo muy distinto: una campaña en contra de la guerra de los Boers), y durante algún tiempo intentaron reclamar a GKC como uno de los suyos. Pero él procedió a desorientarlos, luego a irritarlos y por último a cabrearlos, al defender al hombre de la calle contra el experto, al hombre de la calle y su derecho a sus propias costumbres, al hombre de la calle contras el Estado, y sobre todo al hombre de la calle y su derecho a gobernar a su propia familia y ser dueño de su propiedad. Era una doctrina extraña, viniendo de un demócrata. Peor aún, si es posible: predicaba el catolicismo, la guerra y la cerveza» (pp.37-38).

Pasemos ahora a Luis Ignacio Seco (p.165), que comienza citando a Maisie Ward: «‘No he conocido a nadie que trabajase tantas horas y con el espíritu en tal tensión como Chesterton’. Un periodista americano recogía con preocupación la misma idea en un artículo publicado en el Chicago Evening Post: ‘Es casi imposible abrir un periódico sin que contenga algo suyo –artículo, comentario crítico, poema o dibujo- y su nombre es ya más familiar que el de Bernard Shaw… Si continúa a ese tren de producción acabará por gastarse o romperse… Es una lástima que un hombre tan bueno se consuma tan temerariamente… Sus amigos y editores deberían ponerse de acuerdo para contenerle… No hacen a menudo hombres como Chesterton'».

Para concluir, lo haremos con una cita extraída de la biografía de Pearce (p.596), procedente del libro de David Matthew Catholicism in England 1535-1935 (Londres, 1938, pp.238-239) aunque el texto apenas menciona la cuestión religiosa: «Con Chesterton surge un pensador católico verdaderamente inglés, una personalidad completamente independiente, un escritor con un cierto toque dickensiano, un renacimiento genuino del idealismo y de los sentimientos ingleses, así como la gran pasión por la justicia que encuentra siempre en este país una audiencia abrumadora, comprensiva y pacífica. El torrente de felices ocurrencias y las paradojas revelan el profundo sentido del humor inglés; la honda comprensión del hombre de la calle le sirvió de ayuda en su búsqueda de la justicia».

Algo más sobre ‘El Napoleón de Notting Hill’

Tras varios días de temas subidos, volvemos a la novela El Napoleón de Notting Hill (publicada en España por Pretextos en 2004) al que hemos hecho referencia en varias entradas.

Hemos encontrado en Internet quien la considera desde la perspectiva de  una novela de ciencia ficción (aunque peculiar, ciertamente); el comentario de Dale Ahlquist (en inglés, naturalmente), y una reseña en Lecturas errantes, un estupendo blog literario, que recogemos para animar a seguir con su difusión. Pero hemos seleccionado nuestra favorita y la recogemos a continuación: el texto que Luis Daniel González recoge su blog Bienvenidos a la fiesta, sobre  Se explica el argumento y se complementan nuestras reflexiones:

El Napoleon de Notting Hill

Fanáticos y Satíricos

«El Napoleón de Notting Hillnovela escrita en 1904, fue la primera de Chesterton y, en su opinión, su primer libro importante. Básicamente, la historia cuenta cómo, en el año 1984, los residentes de un barrio londinense se levantan en armas y se declaran independientes de Inglaterra. Situar la novela en el futuro no indica que Chesterton quisiese componer una novela de ciencia-ficción sino, sencillamente, que necesitaba un escenario posible para su argumento: una época en la que los más preparados no quieren la responsabilidad de gobernar y en la que la gente mira al gobierno con resentimiento e indiferencia; un ambiente surrealista donde los personajes parecieran reales pero en el que todo se desdibujara y no se hiciera odiosa la presentación de una guerra civil.
Los hechos suceden cuando es nombrado rey un tal Auberon Quin, que lo toma todo como una broma y extiende tal actitud a su reinado. Quin reinstala toda una parafernalia medieval: hace que cada barrio tenga sus propios colores, pide que todo se haga de un modo muy ceremonioso… Los comerciantes se dejan llevar mientras las locuras del rey no afecten a sus intereses y puedan sacar provecho a sus ideas de patriotismo local. Pero Adam Wayne, cabecilla de Notting Hill, se toma en serio la defensa de su barrio y manifiesta su desacuerdo total cuando los demás quieren construir una calle que lo atraviese. Su espada deja entonces de ser un elemento decorativo y forma un ejército con los residentes del barrio, para lo cual encuentra un ayudante imprevisto en un comerciante de juguetes. Tienen lugar algunas batallas en las que, contra toda previsión, vencen Adam Wayne y los suyos. En el clímax de una batalla, el rey, que no se toma nada en serio, se une a las fuerzas de Wayne, que sí lo toma todo en serio. Al final, Auberon Quin y Adam Wayne se acaban dando cuenta de que, cuando llegan días oscuros y monótonos, el fanático puro y el satírico puro se vuelven imprescindibles: no son sino «los dos lóbulos del cerebro de un labrador».
Una línea interpretativa la proporciona el tipo extraño que aparece fugazmente al principio y que se presenta como el presidente de Nicaragua, un personaje que se declara solemnemente contrario al imperialismo cultural o económico de las naciones grandes, la misma idea que fundamenta la revolución interna que tendrá lugar luego: ‘Si un lugar es lo suficientemente grande como para que los ricos lo codicien, también es lo suficientemente grande como para los pobres lo defiendan’, una frase que aclara por qué Michael Collins hizo de esta novela su libro favorito. Otra línea es la que subrayaba Ronald Knox: cuando el mundo va mal aparecen los cínicos y los fanáticos, pero el hombre normal que vive en ese mundo es una mezcla de ambos y Chesterton quiere hablar del hombre común con salud mental que sabe cómo reír y cómo amar; explicar que no se puede reír sin amar y que no se puede amar sin reír. El desenlace resulta confuso para quien espera que uno de los dos personajes principales tenga razón absolutamente pero no lo es si se ven como necesariamente complementarias las posturas que ambos representan.»

Brillantes traductores de Chesterton

Hace poco planteábamos algunas dificultades relacionadas con las traducciones de Chesterton. Aprovechando que ayer volví a La taberna errante, publicada por Acuarela, encontré esta interesantísima Nota, que reproducimos a continuación, y que resume un modo de proceder que considero ideal, y que reproduzco completa en seguida. Lo único que no se dice -porque ya está en otro lugar- es que los autores de la excelente traducción son Tomás González Cobos y José Elías Rodríguez Cañas, con la colaboración de Ione B. Harris y Jonathan Gleave. Es decir, es resultado de una labor de equipo que genera un trabajo sensacional, particularmente la poesía. El Chestertonblog comparte su modo de proceder y sus criterios en cuanto a los defectos habituales, la forma de corregirlos y la difusión de los textos.

Para esta nueva versión en castellano de The Flying Inn hemos utilizado como base la traducción de Mario Pineda de 1942. No obstante, no se trata de una corrección o revisión, sino de una reescritura siguiendo con frecuencia el texto de Pineda pero sobre todo el original en inglés de Chesterton (en concreto, la edición de John Lane Company, Nueva York, 1914).

Las razones por las que hemos reescrito la traducción han sido varias. En primer lugar, el texto de Pineda se aleja innecesariamente de la literalidad en numerosas ocasiones, alargando frases con gran imaginación o recortándolas sin motivo aparente. Las omisiones del original afectan a veces a palabras, frases e incluso páginas enteras.

En el caso de las canciones los defectos de la edición en castellano de 1942 son especialmente graves: varias no aparecen en la traducción de Pineda y junto a ellas han desaparecido los párrafos que les servían de introducción. Por otro lado, buena parte de las canciones que sí aparecían en la traducción de 1942 han sido modificadas, en mayor o menor grado, en la versión que ahora presentamos.

Otro ejemplo del trabajo realizado en nuestra adaptación son los diálogos, que en la versión de Pineda resultaban demasiado pomposos (por ejemplo, por una utilización excesiva del tratamiento de usted, incluso entre personajes que son amigos desde la infancia) y poco naturales, con la consiguiente pérdida de la comicidad tan presente en Chesterton.

También se han eliminado en la nueva versión palabras o modismos castellanos arcaicos que, pese a estar en sintonía con la época del autor, resultan hoy incomprensibles en muchos casos y en otros dan un toque anticuado al texto.

Asimismo, aunque la traducción de Pineda cuenta con numerosos aciertos, no son pocos los errores de comprensión, producto quizá de una elaboración apresurada o, preferimos pensar, de la ausencia de un trabajo de corrección. A todo ello hay que sumar varias modificaciones misteriosas de la obra de Chesterton que quizá tengan que ver, por el año en que se publicó la novela en España, con censuras o autocensuras. En resumen, pese a que una parte importante de esta versión se debe a la traducción de Pineda, la cantidad de licencias en su texto son tantas que era necesario verter de nuevo la obra en castellano para recuperar todo lo que en las ediciones anteriores se había perdido.

Esta traducción está protegida –o liberada, según se mire- bajo licencia copyleft, una perversión del copyright que explícitamente permite (y alienta incluso) a hacer lo que nosotros hemos hecho con la traducción defectuosa de Pineda: rehacerla en cooperación con otros. Como decía Bertolt Brecht, todo debería pertenecer a quien lo mejora.

12 pasos para establecer el distributismo

Tras la publicación del Manifiesto Distributista que publicaron hace 85 años GK y sus amigos, lo aplicamos al mundo de hoy. En esta época de desórdenes financieros, el distributismo –aunque sea tildado de regresivo y poco probable– podría ser una alternativa al capitalismo. Desde luego, para GK y colegas, era la única forma de recuperar la sensatez. La American Chesterton Society tiene en su web esta página con 12 sugerencias. Por si alguno no domina el inglés suficiente, aquí ofrezco un resumen en castellano:

  1. Empieza por pensar como un distributista. Por ejemplo, en la subsidiariedad: que las entidades superiores no hagan lo que son deberes y derechos de las más pequeñas, particularmente la familia.
  2. Contempla tus posesiones y decide que es lo que tú posees y qué es lo que te posee a ti.
  3. Los hijos son nuestro mejor recurso. El amor a la familia no lo lamentarás nunca.
  4. Deja de trabajar para tu jefe, al menos como planteamiento vital: ten claro que el trabajo va después de la familia.
  5. ¿Casado? Normalmente, la garante del orden y la armonía del hogar es la esposa: trabajar sólo para tener más dinero es un error.
  6. ¿Estás prosperando o simplemente sobreviviendo? El orden empieza en casa, y no se expresa en las compras ni en las cosas materiales.
  7. No trabajar los domingos: las actividades recreativas mejoran las amistades, salvan los matrimonios y son un descanso necesario para el alma.
  8. Recupera el viejo arte del trueque: no paga impuestos y es más cooperativo.
  9. Aprende a alimentarte: cultiva lo que puedas, y compra también lo más local que puedas.
  10. Los hijos aprenden más por ósmosis que por clases. Que hagan sus tareas propias. El triunfo por el esfuerzo es la madre de la autoestima.
  11. Participa en la vida de tu entorno: en la escuela de tus hijos, en las actividades del barrio y el Ayuntamiento, o al menos, conoce lo que está ocurriendo.
  12. Recomienda el distributismo a otros: prácticas empresariales sostenibles, agricultura, gestión integral.. No se trata de salvar un mundo que se hunde, sino de recuperar algo que alguna vez tuvimos.

Además, el distributismo es gratis.

Chesterton, Wells, Shaw y Kipling, vistos por André Maurois

Puesto que el contexto intelectual de un autor ayuda a entender su obra, vamos a utilizar unos fragmentos de André Maurois –escritor, militar y académico francés de prestigio internacional (1885-1967)- que componen el marco intelectual de la Inglaterra del cambio del siglo XIX al XX. Están tomados del prólogo de la edición del William Blake de GK publicada por Espuela de plata en 2007, aunque el texto original -que no he podido localizar- es de 1935. Aquí se puede leer el texto completo, que está colocado su correspondiente lugar en el Chestertonblog, en la página Algunos estudios en español. He aquí la propuesta de Maurois:

Kipling, Wells y Shaw son, cada uno a su modo, unos aristócratas. Kipling piensa que sólo ciertas virtudes confieren el derecho de mandar; Wells cree en los privilegios de la inteligencia; Shaw aguarda el reinado del superhombre, que será un híbrido mezcla de Shaw, César y Matusalén. Chesterton, por el contrario, es un demócrata; exalta al hombre vulgar, al que cultiva su huerto y bebe cerveza en la taberna, y yo no creo que ame con exceso a los técnicos y tecnicistas de Wells, ciertamente. Shaw y Wells, ante el fracaso del siglo XIX, ven la salvación de la Humanidad en el futuro; Chesterton no detesta menos que ellos la sociedad que ha engendrado el maquinismo; pero ve, en cambio, la salvación de la humanidad en la vuelta al pasado. Kipling invoca al Dios de los ejércitos; Wells al de las retortas y las estadísticas; Shaw al de la vida; Chesterton adora al Dios cristiano, tal como se le encuentra en los Evangelios. Wells y Shaw creen en el progreso; el mismo Kipling describe con una cierta admiración el Consejo de técnicos que gobernará un día el planeta; Chesterton es reaccionario; es brillante, violenta y jubilosamente reaccionario, y alaba con una apasionada admiración las libertades de la Edad Media. Wells describe mundos fantásticos y logra, a fuerza de talento, que nos parezcan reales; Chesterton describe el mundo real y logra, a fuerza de talento, que nos parezca fantástico. En la historia de las ideas de Inglaterra, al comienzo del siglo XX, Wells y Shaw son los modernos; Kipling es el eterno; Chesterton el antimoderno, y su papel es, ciertamente, muy útil (pp.9-10).

Y para concluir, Maurois parafrasea a GK, ampliando todavía más el marco de interpretación del mundo moderno: El vicio de la concepción moderna del progreso intelectual consiste en que se pretende a toda costa, desde el siglo XVIII, traspasar los límites, romper las trabas, demoler las barreras y arrinconar los dogmas. Mas el hombre no puede vivir sin dogmas, el hombre es un animal que crea dogmas. El materialismo es el dogma de aquellos que creen haber escapado a los dogmas. Si en verdad puede existir un progreso intelectual, este progreso consistiría en la elaboración de una filosofía dogmática de la vida. […] Cada hombre, cada inglés vulgar, siente la necesidad de poseer un sistema metafísico y permanecer fiel a él. No escuchemos, pues, a los estilistas; el tiempo de Wilde ha pasado, el tiempo de los teólogos le ha sucedido. Ahondemos y busquemos hasta que hayamos descubierto nuestras propias opiniones (pp.36-37).

Chest’art: un género nuevo aplicado a GK

La Sociedade Chesterton Brasil tiene en su blog un género artístico-filosófico-visual muy divertido: los Chest’artimágenes con dibujos, fotos, caricaturas sobre Chesterton o alusivas a él, con alguna frase suya. Demuestran gran originalidad creativa, pero sobre todo es una gran labor de documentación de imágenes de Chesterton: algunas pueden ser nuevas, pero muchísimas son antiguas, integradas en esta simpática expresión artístico-filosófica, muy del estilo de GK.

Chest'art 47 Brasil Cuentos de hadas

La Sociedade Chesterton Brasil está compuesta por un gran plantel de expertos, muchos de ellos profesores y tiene una excelente página web, muy variada y rica en contenidos: noticias, traducción directa de artículos y ensayos, venta de libros de Chesterton, vídeos y audios, organización de actividades, además de una buena lista de enlaces a otras webs chestertonianas.

Además de la original serie de Chest’art, reúne un gran listado trabajos sobre GK realizados en Brasil (con sus enlaces) que demuestra que en España estamos a años luz de otros países en conocimiento de Chesterton.

Chest'art 21 Brasil Mente abierta

Chestertonada en portugués

«Chesterton de pie»: una nueva obra sobre GKC

Hay que celebrar la llegada de esta excelente compilación de artículos sobre la vida y la obra de GK Chesterton. Con su origen en un congreso organizado por la Universidad San Pablo CEU de Madrid que, en febrero de 2012,  reunió a algunos de los principales especialistas en GK del mundo, el libro que ahora ve la luz contiene 29 trabajos sobre la figura del genial escritor. Se han publicado reseñas en diversos lugares, e incluso una entrevista a uno de los editores.

Como es lógico, los tema tratados son muy numerosos, pero como quizá es menos lógico, en todos se destila no sólo conocimiento y profundidad sobre GK, sino sobre todo cariño por el personaje. Muchos de ellos son obra de jóvenes estudiantes que quizá publican por primera vez y ven su nombre impreso en las páginas de un libro. Jamás olvidarán este peculiar encuentro con Chesterton.

Las grandes figuras son Joseph Pearce, que traza una breve e intensa semblanza; Aidan Mackey, que relata gran número de recuerdos personales, y a quien se debe la conservación de muchas obras y objetos de Chesterton; y Dale Ahlquist, presidente de la American Chesterton Society y gran divulgador del escritor en todo el mundo, cuya intervención ha tenido gran eco en los medios de comunicación. Como no es posible mencionarlos todos, señalaré sólo los trabajos de Salvador Antuñano, profundizando en la figura de GK como filósofo –del que hablaremos en su momento- y el de Pablo Gutiérrez y Ondina Vélez, que se enfrenta con valentía al concepto de la mujer en GK, uno de los pocos temas que podríamos denominar controvertidos entre los escritos de Chesterton, y que también merece su análisis detallado.

Algunos trabajos son históricos, otros tienen como tema central la cuestión del cristianismo, otros son más literarios. Pero muchos –especialmente los de los más jóvenes- poseen el encanto del encuentro personal con el escritor. Esos escritos tienen continuidad directa con el texto de Aidan Mackey: son un testimonio personal y quizá valen más que las ideas que se expresan en ellos. Me tomo la libertad de reproducir el sumario.

La publicación de este libro tiene aún más merito por ser resultado de la actividad del Club Chesterton de Madrid, pues la continuidad es lo más difícil. Por eso, hacemos llegar a los editores y a todos sus miembros nuestra más cálida enhorabuena por su iniciativa: club, congreso, publicación. Con todo respeto, sin embargo, tengo que discrepar del nombre que se ha dado a la compilación, Chesterton de pie… como si alguna vez hubiera estado de otra forma, como si por fin se hubiera levantado o vuelto de algún extraño lugar. Una de los fenómenos más sorprendentes de GK es esa especie de don profético que a todos nos asombra. Hasta que el mundo recupere la sanity, tendremos que echar mano de él, porque lo necesitaremos: como señala Alicia Canseco en su artículo, GK es un genio polivalente: su obra es inmensa y trata de todo lo que puede interesar a cualquiera: la vida cotidiana del hombre corriente, con sus maravillas y sus dificultades, y nos contagia su alegría porque es un hombre eternamente feliz.