El «enigma» del progreso.

Hoy he pensado proponeros un juego. Debajo dejo un ensayo sobre el progreso. No os digo cuando, donde ni quién lo ha escrito, pero os animo a que lo adivineis. No es quizá tan importante descubrir al autor (eso sería de matricula) como intentar deducir cuando se ha podido escribir, así como reflexionar sobre el credo religioso, político, filosófico del autor. Os invito a contestar o elucubrar vuestras ideas en los comentarios y próximamente os revelo la respuesta.

¿Qué os parece? Animo

» El entusiasmo por el progreso ha ido disminuyendo, disminuyendo. Apenas quedan ya vestigios de él, ni en los más optimistas. No es que el progreso haya dejado de progresar. Progresa, al contrario, día tras día más rápidamente. Pero en lo que no importa, o en lo que valdría más que no hubiera dado ni un paso. La bomba atómica es un progreso, inmenso, sobre el fusil. Valdría más que no existiera ni el fusil. Esto sería un progreso, no aquello. A aquello tienden todos los progresos. 

Se esperaba otra cosa. Al aparecer la idea del progreso, qué no se prometieron los hombres traído por él? Sin razón, desde luego. Nada de fuera importará jamás nada. Es el hombre el que ha de cambiar. Si él no cambia, todos los cambios que haga sufrir a lo exterior llevarán, al fin, a callejón sin salida. A callejón sin salida nos ha llevado ya el progreso, los cambios de lo exterior no correspondientes a cambios íntimos. Mejor dicho, a ningún cambio íntimo. Todo ha sido trastornado en vano. Las ínfimas ventajas conseguidas, ínfimas hasta la desesperación, þara pocos, aunque se pregone que þara muchos. Los muchos, en los campos, todavía viven revueltos con los animales; y en las ciudades, en tugurios infectos, impropios hasta para los animales. Brillo  exterior, y superficial, cuando existe, miseria interior, y profunda, tras las apariencias. El hombre ha sido como vaciado de su substancia por los cambios exteriores, Y ahí está, a merced de esos cambios, que tantos bienes le habían de traer, y que sólo le amenazan con males. 

Si el progreso hubiera tomado otro camino, se dice, otra cosa fuera. Nadie se detiene a considerar si þodia tomar otro camino. En manos torpes no hay instrumento bueno. Se tendría que haber comenzado por acabar con la torpeza de las manos. Ni se pensó en eso. Y ahí tenemos al instrumento, no ya manejado por manos torpes, sino dueño de esas manos, de las que ha hecho sus esclavas. 

Pareció, durante algún tiempo, que el progreso, en algunos de los aspectos en que importa, se iba abriendo paso. Una crisis puso fin, fácil, fácilmente, a su marcha por ese sendero. Desde entonces, por ese sendero, no se ha dejado de caminar hacia atrás. Qué ha sido de las libertades, relativas, pero cada vez mayores, que se fueron adquiriendo en los últimos años del siglo pasado y los primeros del que corre? Poco a poco han ido desapareciendo. Ni recuerdo queda ya de ellas. 

Se puede ir, gracias al progreso en lo que no  importa, de un lugar a otro de la tierra en unas horas. Si nos preguntamos para qué, salta a los ojos la inanidad de lo conseguido. Y pueden ir, de un lugar a otro de la tierra, pocos. La inmensa mayoría no tiene libertad de movimientos, aunque le fuera dable, y no le es dable, ni para cambiar de casa. Con la misma velocidad que el progreso ha marchado en lo que no importa, se ha ido hacia atrás en lo que importa. Deslumbrados por el brillo exterior, los hombres se han ocupado menos que nunca del perfeccionamiento interior, lo único que habría sido un progreso real. Correr por correr no es adelanto, parece una simpleza decirlo. No se ha hecho otra cosa que correr por correr. Y, naturalmente, no se ha llegado a parte alguna, salvo al callejón sin salida en que estamos. Y del que hallar salida no es fácil. Por lo menos con el progreso. Nos hundiría éste más aún en él. Basta abrir los ojos para verlo. Cada paso por el camino que el progreso ha tomado es un paso hacia el no ser. Y volver hacia atrás, aunque hacia atrás nos lleve en tantas cosas, no es solución que valga. ¿Qué hacer? Como en muchos otros problemas, esta pregunta, dirigida por cada hombre a sí mismo, seria un principio de solución. No nos hacian falta la mayor parte de las cosas que el progreso nos ha traido, en aquello que podría decirse que importa; que ha traído, mejor dicho, para algunos. Volverles la espalda sería actitud digna. Traería esa actitud digna otras. Entre ellas, la de mirarse a sí mismo y descubrir, con esa mirada, las tareas que se han descuidado. En primer lugar, la del perfeccionamiento propio, más descuidada que todas, y única que importaría. Todo lo demás, incluso lo que el progreso prometía, y no ha traído, nos sería dado þor añadidura. Es difícil, justamente por el casi no ser a que el progreso nos ha llevado, ese mirarse a sí mis- mo. En la misma medida en que no se venza la dificultad nos iremos hundiendo en el callejón sin salida en que el progreso nos ha metido. 

Al progreso, personificado, porque en la misma proporción en que el hombre pierde la personalidad personifica sus creaciones, las creaciones salidas de sus manos torpes, le es indiferente nuestro destino, se ha dicho, con razón, indiscutiblemente. Sin þensar que por eso mismo tendríamos que volverle la espalda, con desdén. Cuanto más profundo fuera éste, mejor. Daría idea del propósito de tomar otro camino. Por donde acaso, o seguramente, se encontraría un progreso que lo fuera. Porque si el progreso no es þerfeccionamiento de lo que importa, no importa. En absoluto. A la vista está. Basta mirar bien. Miremos bien. Iremos por ahi a la actitud digna. Que traería otras. Que traería la salida. Mañana þuede ser tarde. Llegará mañana, seguramente, sin que se haya hecho nada. Será, pues, tarde. El progreso nos hundirá, porque le es indiferente nuestro destino, en abismo en que no habrá ya destino del cual preocuparse. 

De la evolución, también personificada, se ha dicho lo mismo que del progreso: que le es indiferente nuestro destino. Dejémosla, pues, ahí, con su indiferencia, si es posible con indiferencia mayor. El hombre no es la medida de todas las cosas. Pero en este mundo, que es el suyo, lo que está fuera de su medida para nada le vale. El progreso y la evolución, que escapan de sus manos, por torpes, y que acaso escaþarán también de ellas aun cuando no fueran torpes, debe dejarlos al margen para seguir su camino, para trazarse su destino. Que es lo único que importa. Sin el hombre, el progreso y la evolución, a los que no imþorta su destino, no tendrían destino. No hay que bajar la cabeza ante lo que, al fin y al cabo, tendría que bajarla si la alzáramos.»

9 Respuestas a “El «enigma» del progreso.

  1. Muy interesante este texto, desde luego el progreso y la evolución de la humanidad deberían empezar desde dentro. Con el conocimiento de uno mismo, con la introspección, la aceptación y el deseo de mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con nuestro entorno. Posteriormente, el mundo avanzará con el debate, el debate entre personas que se han observado dentro, que se han analizado y aceptado humildemente, eso es lo que conseguirá un cambio a mejor.

  2. Para contribuir al debate, diré que me parece un texto relativamente reciente y de nuestro entorno occidental. Se mantiene en un plano bastante abstracto, sin descender a los pormenores de este progreso cuyas indudables carencias pone al descubierto, ni de un potencial progreso que consideraría autentico. No me parece un autor cristiano: el texto carece de cualquier atisbo de Esperanza, ni referencia a Dios o a Cristo. No veo Evangelio en sus líneas.

  3. Muy interesante y aguda reflexión, Salva. A ver si hay más coincidencias o discrepancias.

  4. De acuerdo con Salva. No parece un autor con creencias religiosas pero también nos podríamos sorprender… En todo caso, y aunque no baja a lo que considera el verdadero progreso con detalle se intuye que nos habla de la bondad de nuestra raza humana con nosotros mismos y todo lo que nos rodea. Quién será???

  5. He de confesar que al principio pensé que se trataba de un extracto de alguna encíclica papal, pero tras una mas detenida lectura rechacé la idea.
    En el texto no hay esperanza y hay una ausencia de toda referencia al sentido espiritual del hombre.
    Se trata de un autor contemporáneo, pesimista, que no cree en el hombre ni ve con claridad el futuro de la humanidad. Y no le faltan razones para ello.
    Habla del progreso, del destino y de la evolución todo ello dirigido a la inevitable perdición del ser humano.
    Apunta como solución al problema de nuestro devenir un «perfeccionamiento propio», pero …..¿¿que significa eso ??, es un termino indeterminado, similar a su criticado «progreso»….hacia donde; perfeccionamiento propio ….. ¿ bajo que valores ?…hacia que dirección, bajo que parámetros, según que reglas tendríamos que ser perfectos.
    Por supuesto el texto da para mucho mas. Del autor no tengo ni idea.

    Agradezco a David esta interesante y novedosa aportación.

  6. Pido disculpas porque el comentario anterior es mío. No se como ha salido como Chestersoc. Estoy intentando evitar que vuelva a pasar lo mismo la próxima vez, pero no se si sabré. Lo siento.

  7. Coincido el lo aportado por migue 50, el autor nos lleva a un ser humano desligado de cualquier idea de Bien, que es la medida de si mismo. Si añadiría, que en el texto tampoco hay referencias a la humanidad, ni a ninguna clase de «comunidad» humana, además se muestra un hombre desligado de toda tradición cultural. El autor es un individualista, nos presenta al individuo como sentido de su progreso. Arriesgando un poco ¿suena como existencialista?

  8. Por cierto ¡gracias David!

  9. Violeta de Pablos

    Esperaba un texto de referencia intelectual y me he encontrado, coincidiendo con el resto de comentaristas, con un conjunto de ideas pesimistas. Pienso que el texto debe ser más extenso de lo que aquí se pone, si no, no me termina de gustar.

    Las ideas de base, aunque muy abstractas, son comprensibles y coincido con ellas en rasgos generales: el progreso material sin progreso espiritual no tiene sentido.
    Pero mi pregunta a este autor es: ¿Qué te interesa tanto del hombre que te lleva a espolearlo tanto con el progreso interior? Y, sin embargo, no expones nada más a parte de ese hecho, no veo que plantees una meta, un fin. Me falta una propuesta positiva que sustente lo que dices.

    Por otro lado, me parece que quizá critica demasiado el progreso exterior que yo entiendo que se refiere al progreso material. Y sin embargo pienso que es practicamente igual de necesario que el progreso interior, porque la humanidad necesita crecer y desarrollarse en todos sus aspectos. Pienso que también sería malo crecer solo interiormente, porque lo que está dentro del hombre se manifiesta fuera. O sea, personas inteligentes capaces de crecer y desarrollarse hacia dentro deben ser capaces de hacerlo también hacia fuera, sin quitarle la importancia que tiene.

    También le diría al autor que el progreso interior se ve individualmente; es más difícil de verlo, pero también está. Y que hace falta gente como él, que se de cuenta de ello, para seguir promoviendo crecimiento interior en las personas, para seguir ayudando a cada uno a desarrollarse como persona y ser humano.

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