A vueltas con el estilo de Chesterton

Entender, conocer, comprender. Aún más, amar. Esto es lo que  hace Chesterton con la palabra. Al leerlo, nos sentimos acompañados, comprendidos, estimados profundamente. Su lectura -además y sobre todo- tiene la cualidad feliz de elevarnos. De llevarnos más allá, desde el cuento o la anécdota a lo misterioso. Y, finalmente se nos muestra, más que un enamorado del saber, un amoroso seguidor del Creador. Por todo ello, G.K. Chesterton, disfrutando y sufriendo la belleza y, a la vez, la dureza, la impenetrabilidad e imperfección de la palabra, acomete el intento de decir, de decirse y de decirnos.

Moisés de Miguel Ángel. Domuspucelae.blogospot.com

Moisés de Miguel Ángel. Domuspucelae.blogospot.com

Es el intento humano de aprehender lo sublime. El autor es consciente de que renunciar al empeño, es cobardía, bajeza y acción ajena al buscador de la verdad. Chesterton al enfrentarse al objeto de sus textos, utiliza un registro común o estándar de lengua; si bien, pronto cae en la cuenta de la insuficiencia del mismo y en ese punto -a pesar de que el registro se encuentre adelgazado por la normativa de la composición clásica y culta- insufla a sus escritos toda suerte de figuras retóricas, más o menos cargadas de barroquismo (hiperbaton, quiasmo, anadiplosis, anáfora, paronomasia, etc.). No obstante, nuestro autor, en no pocas ocasiones, parece quedar agotado al contemplar la inexactitud de la palabra. Retomando el estilo y la pluma, Chesterton recala en aquellos desvíos formales que pretenden adentrarse en la cara oculta de la correspondencia verdad-palabra. Surge, en este momento, la lucidad de la ironía y de la paradoja. Con estos instrumentos, ¿alcanza GKC la exacta acomodación de la palabra a su referente? Pienso que no; aunque logra algo que sólo pertenece a las inteligencias altas: rompe el lugar común e insustancial, la dislocada frase hecha, el refrán zafio y, lo más notable, desalienta la estupidez.

Entonces, ¿queda nuestro autor satisfecho de la expresión literaria de sus textos? Por humildad, sí. Autocríticamente, creo que la desazón de saber que es mejorable, le lleva a entablar una lucha encarnizada contra la expresión, como fiel hijo de su tiempo. Sí, no es una lucha por la expresión (Fidelino de Figueredo), sino una lucha contra la expresión. La palabra es un material marmóreo al que hay que romper con el martillo y burilar y cincelar y lijar y pulir, para que al final el Moisés de San Pietro in Vinculis nos embelesemos con su grandiosidad y, al par, nos hable con aquella escultura inigualada que no es Moisés ni tampoco aquella pieza recogió del Sinaí las Tablas. Igual, la palabra. Aquí nos vienen a la memoria San Juan de la Cruz y Fr. Luis de León. Aquí la voz de Verlaine ante la angustia de significar, nos habla:

De la musique encore et toujours!
Que ton vers soit la chose envolée
Qu´en sent qui fuit d´une âme en allée
vers  d´autres cieux a d´autres amours.

Tras el esfuerzo me atrevo a pensar en un Chesterton orando con un verso similar al de nuestro Juan Ramón Jiménez:

Señor, dame el nombre exacto de las cosas

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6 Respuestas a “A vueltas con el estilo de Chesterton

  1. Muy buena entrada, gracias. Me recordó al capítulo «The Limits of Language» en ‘The Complete Thinker’ de Dale Ahlquist, dónde Ahlquist cita a GKC: «Nuestro problema principal es que las palabras y las cosas no se ajustan unas a otras».
    También: «Es perfectamente cierto que hay en todas las cosas buenas algo que va más allá de todo lenguaje o figura retórica. Pero también es cierto que hay en todas las cosas buenas un perpetuo deseo de expresión, de encarnación concreta; y aunque el intento de encarnación siempre es inadecuado, el intento siempre se lleva a cabo. Si la idea no busca ser palabra, lo probable es que sea una idea mala. Si la palabra no se hace carne, es una mala palabra.»
    Ese último verso es genial. Yo, honestamente, no había escuchado de Juan Ramón Jiménez. Gracias.

  2. Querido amigo Villamayor, el verso exacto de Juan ramón es: «Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas…» (Eternidades, 1916-1917) Un saludo

  3. Pues yo -que suelo hace de crítico con los estupendos textos que publicáis- tengo que decir que esta entrada está muy bien escrita -yo diría que roza lo sublime-, pero… nos tienes que prometer que pronto nos vas a poner por lo menos un ejemplo de cada una de las figuras retóricas que dices que usaba Chesterton, porque yo he visto ironías y paradojas, pero nunca vi un quiasmo ni una anadiplosis en él, porque, en mi ignorancia, no tengo ni idea de lo que son. Y estaría saberlo y verlos en sus palabras. Me debe pasar como a aquel personaje de Moliere que hablaba en prosa sin saberlo…

  4. Yo (con perdón) tengo un inconveniente en esta entrada, y es que no entiendo muy bien (ni muy mal) los versos en francés. Entre el latín del otro día y el francés de hoy, con Chesterton en edición bilingüe, esto más bien parece un sitio para aprender idiomas…
    La entrada debería terminar (y perdón por la broma): ‘dame el nombre de todas las cosas en todos los idiomas, o al menos en unos cuantos’.

  5. La verdad sea dicha: llevas razón, pero no viene mal usar otros idiomas; si bien debemos adjuntar siempre la traducción.Debemos tener en cuenta que una lengua no es otra cosa que un acuerdo de un grupo hablante ( el español, el inglés, el alemán, el chino, etc.), y si alguien se acerca más a ese acuerdo que en los siglos pasados hicieron los hablantes y que seguirán haciendo en el porvenir, mejor.
    Cicerón terminaba muchos de sus escritos con la palabra: Vale.

  6. ¿Y vale significaba en latín lo mismo que en español? Si es así me gusta… y me vale.

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