Un refrán a la contra

Un gentleman pasea su vida de investigación y pesquisa por las calles de Londres, por los cercanos paseos del Támesis y por los arrabales de la gran ciudad. Hasta se dirige a un submundo de vericuetos secretos y sin fin. El hombre, que como jueves, está en medio de esta historia pretende no infructuosamente imponer el heroísmo, la caballerosidad, la hidalguía en un mundo confuso, laberíntico y malsano. Nuestro héroe quiere acabar con el mal.  Es un enemigo del malvado padre del mal.

El caminar del protagonista se acompasa de nebulosas noches de miedos inconsistentes. La  cortesanía peligrosa de ágapes siniestros se resuelven en acusaciones chuscas, que salvan culpas calladas. Syme, nuestro adalid –el hombre que fue Jueves-, persigue al malévolo a lo largo de una narración de lógica abracadabrante. Una procesión soleada en la campiña inglesa aventura la aurora del final de la historia.

No obstante, todo el suceso relatado se colorea de elementos de confusión, (¿de distracción?) Aquí y allá personajes disfrazados, travestidos, escondidos, ocultados, opacos y de circunstancias negras, grises (color «malasombra»), marrón oscuro que no siena claro, etc.

Y ese caos de identidades tiene que resolverse en aras a la veracidad de la realidad. Por ello, Syme se viste con galas simbólicas del Génesis, con la espada reivindicativa medieval, con las galas y colores del hombre de bien, es decir, del honor y de la generosidad.  Y cuando así se viste, se cumple su lema «Y es que aquel disfraz no lo disfrazaba, lo revelaba«.  ¡Qué distinto a nuestro actual lugar común «El hábito no hace al monje»!.

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Una respuesta a “Un refrán a la contra

  1. El otro día hice una comentario largo que no sé por qué se perdió. Hacía muchas consideraciones sobre las apariencias en el mundo de hoy -y de la paradoja que Chesterton manifiesta con la descripción de Syme. Pero sobre todo me quedé con ganas de repetir lo que decía sobre el mundo virtual, ese mundo en el que nos creamos una identidad en buena parte artificial. Alguien me dijo que no le gustaba el ‘icono’ de chestersoc, que era desconcertante, a la vez que parecía ocultarme tras una máscara. Para mí, es una expresión de aprecio a Chesterton, y por supuesto no tenía nada que ocultar. Pero me ha dado que pensar mucho, y de hecho, voy a explicarme mejor en mi perfil, pues no se trata de ocultar, sino de revelar.

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