Como el Chestertonblog aspira a ser un centro de referencia sobre Chesterton, no paramos de introducir mejoras en las páginas: esas páginas que –según los expertos en blogs- son estáticas, aquí son muy dinámicas. Hemos abierto la página Algunos estudios en español, en la que completamos una reseña sobre el n.65 de Archipiélago, revista cultural que desgraciadamente despareció en 2008, tras 20 años de andadura.
Para nosotros, es un número extraordinario (2005), con aportaciones de Alfonso Reyes –autor mexicano que fue uno de los primeros traductores de GK al castellano, entre otras obras de la más conocida versión de Ortodoxia, mantenida en el tiempo por Altafulla-, Fernando Savater, Manuel Hidalgo, Juan Bonilla, Santiago Alba Rico, Amador Fernández-Savater… Incluso Ramiro de Maeztu tiene su aportación en la revista, pues fue el encargado de presentar a Chesterton en la Residencia de Estudiantes cuando impartió en ella una conferencia el 22 de abril de 1926. Maeztu publicó su intervención en la revista de la Residencia y elaboró un resumen de su conferencia, incluidos en el número del que hablamos.
Ese volumen ofrece también la traducción de Lepanto realizada por Borges en vida de GK y el famoso debate ¿Estamos de acuerdo? con Bernard Shaw. En la página -y aquí, naturalmente- se enlazan el sumario de la revista para conocer las 13 estupendas aportaciones y la presentación del número, de la que extraemos tan sólo un fragmento (p.6) que rebosa admiración por Chesterton:
¿En qué sentido Chesterton es un clásico?
En primer lugar, es una fuente inagotable de infancia perpetua: sus lectores le piden que les haga los mismos trucos «una vez más», porque el placer de su lectura no reside en la sorpresa (que se agota pronto), sino en el reencuentro (siempre asombrado y gozoso) con los mismos temas, motivos, ritmos e imágenes esenciales (peregrinaje y vagabundeo, probabilidad de la muerte, combate contra el mal, fidelidad a una causa, ímpetu y pujanza de la alegría, etc.).
En segundo lugar, Chesterton es un modelo de inteligencia crítica universal: es literalmente imposible salir de una obra suya tal y como se ha entrado. Se sale otro, como después de una guerra, pero feliz, como después de una alegre velada con viejos amigos.
En tercer lugar, Chesterton conecta y renueva la gran tradición de la cultura popular y por eso puede leerlo con gusto cualquiera, incluso un pedante. Chesterton sabe afirmar las corrientes subterráneas que recorren de lado a lado esa gran tradición: la gratuidad de la vida, un sentido común que nada tiene que ver con la genuflexión al imperio de lo obvio, la veneración de la memoria y la tradición que nos arrancan de nuestro mísero universo autorreferencial, la voluntad de batalla contra todas las modalidades de despotismo y superstición, el valor de una esperanza testaruda que nada tiene que ver con el optimismo progresista, etc.
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