En una de las últimas entradas –GK en mil palabras– hemos introducido por primera vez en el Chestertonblog una de las palabras más utilizadas por GK y –si se me apura- más queridas por él: la palabra dogma.
Para Chesterton, un dogma –propongo a debate la siguiente definición- es una idea firme y principal, en el sentido de que actúa como principio de las demás, convenientemente razonada y que implica actitudes hacia la realidad para aquél que la sostiene. Él mismo lo explica en algunos textos, por ejemplo, en el artículo El fanático, de 1910 (Los libros y la locura, El buey mudo, n.30), que recogeremos pronto completo y comentado.
Mientras tanto, para abrir boca -y cerrar el año 2013-, basta este fragmento del mismo para mostrar quién es más dogmático –en sentido negativo-, pues la clave está en la distinción entre dogmático y fanático:
Nada más acentuado en esta extraña época nuestra que la combinación de un tacto exquisito y una simpatía por las cosas de gusto y estilo artístico, con una estupidez casi brutal en las cosas que se refieren al pensamiento abstracto. No hay grandes filósofos combativos hoy en día porque nos preocupamos del gusto, y no existe disputa sobre gustos. Un destacado crítico del New Age hizo hace poco una observación sobre mí que me divirtió bastante. Después de decir muchas cosas demasiado elogiosas, pero maravillosamente simpáticas, y de hacer muchas críticas que eran realmente delicadas y exactas, terminaba –hasta donde la memoria me es fiel- con estas sorprendentes palabras: «Pero yo nunca puedo considerar mi igual intelectual a un hombre que cree en algún dogma». Era como ver a un buen escalador alpino caer tres mil metros para dar en el barro.
Porque esta última frase es esa antigua, inocente y rancia cosa que se llama fanatismo: es la incapacidad de una mente para imaginarse otra mente. Mi infortunado crítico está entre los más pobres de los hijos de los hombres. Tiene un solo universo. Todos, por cierto, deben ver un cosmos como el verdadero; pero él no puede ver ningún otro cosmos, ni siquiera como una hipótesis.
Mi inteligencia es menos fina, pero por lo menos es más libre. Yo puedo ver cinco o seis universos con toda claridad. Puedo ver el universo espiral por el que se arrastra, esperanzadamente, la señora de Besant; puedo ver el mundo de mecanismo relojero a cuyo compás tictaquea tan efectivamente el cerebro del señor McCabe; puedo ver el mundo de pesadillas del señor Hardy, y su Creador cruel y necio como un tonto de pueblo; puedo ver el mundo ilusorio del señor Yeats, una bellísima cortina que cubre sólo oscuridad; y no me cabe duda de que podré ver la filosofía de mi crítico también, si es que alguna vez se llega a dar el trabajo de expresarla en términos inteligentes. Pero como la expresión «cualquiera que cree en cualquier dogma» no significa, para una mente racional, ni más ni menos que «laralarí-larirará«, lamento que por el momento sólo pueda colocarlo [al periodista en cuestión] entre los grandes fanáticos de la historia.
Me complace leer esta entrada, cuando hace unos días repase el contenido del artículo de GKC «El fanático».
Estoy de acuerdo con las apreciaciones de Chestersoc; y con él estoy en que este texto pueda dar para más en el futuro.
Del escrito de GKC me ha llamado la atención como nuestro autor hila, con su portentosa clarividencia, conceptos que pudieran parecer alejados. Así la afirmación de Chesterton de que el fanático no tiene más que un cosmos. Es decir, ve el mundo por un canuto. De esta manera, se empobrece tanto que casi pierde la cualidad de hombre. El fanático no puede elegir. Es probable que no haya elegido ni su única actitud única. El fanático carece de libertad, por lo cual carece de la capacidad de elección. La libertad como principio de generosidad y de elección es el antídoto del fanatismo y la puerta del dogma.
Queda mucho por decir sobre esto, pero lo mejor del planteamiento de GCK es cómo muestra que el que acusa a otro de dogmático es tan dogmático o más que él, porque todo el mundo ve las cosas desde una perspectiva determinada, que siempre piensa que es más abierta que la del otro, pero pocos están dispuestos a examinarlas todas, como hace en el artículo.
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