¿Etapas en los escritos de Chesterton?

Al incrementar nuestra colección de prólogos y escritos en castellano, hemos advertido que la edición del estupendo El hombre corriente carece de prólogo, pero tiene una contraportada de Abelardo Linares -el hombre del millón de librosautor de la excelente versión- que puede hacer sus veces porque suscita cuestiones especialmente relevantes con respecto a Chesterton. Es un texto breve pero de los más intensos que haya sobre nuestro autor, y la recojo a continuación:

Abelardo Linares

Abelardo Linares

«Suele escribirse que el Chesterton más divertido y discutidor fue el juvenil y primero, el de antes de su conversión al catolicismo. Equivocadamente. Chesterton fue Chesterton desde el principio, pero también hasta final. Así lo demuestra El hombre corriente (1936), el último de sus libros, o al menos el último del que corrigió pruebas, y que apareció unos pocos días después de su muerte. Y también uno de los más combativos y retadores, e incluso puede que el más quijotesco entre los suyos, por su afán en arremeter contra los molinos de la modernidad; de la modernidad entendida como un molino de viento. Chesterton defiende o ataca en estas páginas al hombre corriente, el nudismo, la vulgaridad, los grandes tontos, nuestra idea del progreso o de la educación, el patriotismo… y nos dice cosas como que existen dos tipos de vándalos: los antiguos, que destruían edificios; y los modernos, que los construyen.
Existen multitud de malentendidos literarios respecto a Chesterton pero (a diferencia de lo que pasa con los escritores de moda) todos en contra de Chesterton. Muchos no leerán nunca a Chesterton porque piensan (es un decir) que fue un escritor de derechas, un amable conformista. Algunos lo seguimos leyendo porque sentimos que tras la máscara de su humorismo se ocultaba un rebelde y que muchas de sus rebeldías siguen aún vivas».

Tiene pues, dos ideas principales:
1. Que GK es un rebelde y un quijote, que se merece un montón de comentarios.
2. El mito de que el Chesterton más divertido es el de la primera época, antes de su conversión, que el mismo prologuista deja claro que es erróneo.

Yo mismo sostengo –y trataré de mostrar en las páginas –perdón, en las entradas- de este blog, que más que hablar de dos etapas, habría que hablar de tres. Pero ahora me centraré en un posible origen de esa división en dos partes.

No sé si hay reputados autores que sostengan este criterio. Puede deberse en parte a lo escrito por Ada Jones en Los Chestertons (Renacimiento, 2006, pp.104-105). Desde luego, Ada no sólo es una excelente escritora, sino que tiene el don de hacer que parezca verosímil todo lo que cuenta y como lo cuenta. Puesto que es un documento existente, voy a recogerlo a continuación, pero precisa una interpretación: hay que leer el texto de Aidan MacKey en Chesterton de pie (Ver reseña en el Chestertonblog) para entender el arrogante carácter de Ada, que se sentía poseedora de la única verdad verdadera:

«Siempre he sostenido que lo más vital en la obra de Gilbert fue escrito en la época anterior a su ida a Beaconsfield. [Gilbert y Frances se trasladaron de Londres a Beaconsfield, Buckinghamshire, en otoño de 1908] Vivirá, creo yo, como un poeta más que como un filósofo, y su fama futura se cimentará en aquellas soberbias fantasías The Napoleon of Notting Hill, The Man who was Thursday y The Ball and the Cross. Lepanto debe seguramente subsistir, con algunos de sus poemas líricos, como The Donkey, con su inmortal sentido de la visión y de la atracción, juntamente con parte de The White Horse. Pero estas obras datan de sus días de Fleet Street, donde The White Horse fue primeramente concebido; recuerdo la tarde en que nos expuso a Cecil y a mí la idea.
Compárese luego la osadía, la agudeza, el indestructible sabor de The Defendant y de otros volúmenes de sus primeros ensayos, con la monotonía de The Thing, donde siempre me parece que está arguyendo consigo mismo. Las paradojas que como vivaces conejillos solían antes saltar de su pluma mágica, brotaban ahora cansadas, casi automáticas, tan parecidas unas a otras que se hacían pesadas. Sólo alguna que otra vez, desde que se mudó al ‘dormitorio’, volvió a encontrar su antiguo ‘élan’, como en Magic y en su Life of R.L. Stevenson, ocasiones en que parece poseído por el regocijo de colegial que ha descubierto una nueva puerta por donde escaparse de su encierro.
Gilbert siguió siendo siempre un adolescente, pero su inquieta imaginación no estuvo nunca embotada hasta que la barrera de Beaconsfield le separó de sus semejantes en mentalidad y de sus amigos. Después que se cerró la puerta, durante años se quedó recluido en sí mismo. Esto hizo más difícil el excitar sus facultades para la lucha».

El tercer párrafo muestra lo contradictorio del texto de Ada Jones, pues si algo caracteriza a Chesterton, fue el haber sido un luchador hasta los últimos días de su vida, como vemos en su constante implicación social y especialmente al hacerse cargo de las empresas periodísticas de su difunto hermano Cecil, que le supuso un grandísimo esfuerzo. En mi opinión, es cierto que cambia un poco el estilo y los temas, como mostraré, pero sólo en cierta manera superficial. Y sobre todo, GK nunca dejó de ser el rebelde que nos dice Abelardo Linares. Si no fuera así, no tendría sentido el Chestertonblog.

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