El primer análisis de La casa completa pasa por una reflexión sobre la naturaleza humana. Recordemos que el artículo comenzaba polemizando con H.G. Wells. Volvamos sobre el párrafo inicial y consideremos –como GK nos ha enseñado a hacer- las consecuencias, que el mismo Chesterton comienza a esbozar:

En Elysium, los millonarios viven alejados de los peligros de la tierra, alimentados por los que todavía están allí. Fotografía: Kame island.com
Un reciente artículo suyo en el Sunday Express dedicado a negar que el hombre exista como un tipo fijo (o, todavía más, que exista en absoluto) tiene un aspecto particular que es especialmente antagonista de la visión que ofrecemos nosotros. Es obvio, por supuesto, que la noción entera del hombre como un mero tipo de transición, disolviéndose de una figura en otra como una nube, está en contra de nuestro plan de justicia social.
Todos los seres humanos desean una sociedad humana que pueda ser un hogar; un hogar que se acomode al ser humano como un sombrero se acomoda a su cabeza. Pero no se consigue nada entrevistando a cien sombrereros, y probándose mil sombreros, si la cabeza está siempre hinchándose y retorciéndose y haciéndose diferentes figuras, como el humo al salir de una chimenea. Es imposible construir una casa para un hombre que no es siempre hombre, sino que algunas veces es un mamut y otras veces una ballena y a veces un panecillo o un murciélago. Y no hace falta decir que quienes desean no hacer caso de las necesidades de los seres humanos estarán más que contentos al oír hablar de esa mutabilidad de sus necesidades.
El hombre que quiere alimentar a su servidor con picado de forraje estará encantado al oír que el servidor puede estar ya convirtiéndose en una criatura tan vegetariana como una vaca. El hombre que quiere alimentar a su servidor con carroña se pondrá feliz al oír que ya se está de hecho haciendo tan omnívoro como un cuervo.
El debate se enmarca en el contexto de la filosofía del siglo XIX, cuando Marx niega que exista una naturaleza permanente del hombre, y Nietzsche proclama al superhombre que se hace a sí mismo, como expresión de su voluntad de poder, frente a la moral del esclavo. Ambos planteamientos se opondrían a la filosofía clásica, particularmente aristotélico-tomista, y es interesante por el punto al que nos ha traído hoy, como ya vio agudamente nuestro autor. Veamos algunas cuestiones:
1. Si el hombre no es constante –no existe una ‘esencia humana’-, el iusnaturalismo -o derecho natural- carece de base, no sólo como categoría jurídica, sino también deja sin fundamento toda la teoría de los derechos humanos, que vendrían a ser algo meramente pactado. Por eso, se podría discrepar de ellos todo lo que se quisiera, como de hecho sucede cuando se habla de ‘derechos humanos musulmanes’: en cuestión de derechos humanos no caben etiquetas, como es lógico.
2. Si el hombre no es constante, no podremos saber qué necesita –Chesterton recurre aquí a su querida figura: la primera necesidad del ser humano es el hogar- y por tanto, en cada momento podemos proponer una cosa distinta. O dicho de otra manera, nunca sabremos qué necesita, porque siempre está cambiando de naturaleza y de necesidades. Otra cosa es que el contexto social cambie y –sobre todo en una sociedad compleja- el mundo se llene de oportunidades y de situaciones a las que habrá que aprender a hacerle frente. La idea de la esencia humana es justamente la guía precisa para discriminar esas situaciones: las que nos conducen a algún lugar verdaderamente bueno, o las que pueden acabar por destruirnos. No me resisto a repetir la chestertonada: Es imposible construir una casa para un hombre que no es siempre hombre, sino que algunas veces es un mamut y otras veces una ballena y a veces un panecillo o un murciélago.
3. Si el hombre no es constante, unos cambian antes que otros: son efectivamente los poderosos –quienes creen serlo, simplemente por ciertas ventajas que les ha proporcionado la naturaleza o la sociedad- considerarán que evolucionan hacia una raza superior, mientras que los demás han de conformarse con lo que tienen: el forraje de la vaca, o cualquier carroña, como el cuervo. Recientes películas de ciencia ficción -distopías como Elysium o Los juegos del hambre– plantean esta cuestión, que cierra el círculo y nos lleva otra vez al punto primero de los derechos humanos.
Excelente artículo, no conocía esta vertiente de Chesterton, es un contrapunto muy valioso al contexto histórico en el que emerge.
Sin embargo, aunque ecologista declarado, incluso algo ‘profundo’, últimamente no he podido dejar de pensar en aquel ortegajo: «el hombre no tiene naturaleza, sino historia» (cita no literal); y me lo he acabado por creer.
Creo que lo que sucede es que el marco y las pretensiones del análisis de cada autor, no son para nada las mismas. Lo que intuyo que hace Chesterton, es orientarlo al campo del humanismo -cosa genial porque parece, incluso, ser más igualitarista que el propio Marx-; Ortega más bien haría referencia a un relato sobre la antropogénia, y lo hace señalando una escisión ontológica de la Naturaleza, por la condición de inadaptado del ser humano, etc.
Por otro lado, la referencia a Elysium (Los juegos… todavía no la he visto), me parece un acierto total, esa película me impactó en la medida en parece anticipar un futuro injusto hasta la saciedad -aunque hay que reconocer que cuestiones como la exclusión de ayuda sanitaria por cuestión de fronteras, o los asaltos a las propias fronteras de los estados del bienestar, están a la orden del día-.
En fin Chestersoc, como sabes, este artículo me toca de cerca y me parece un tema apasionante. Planteada en esos términos, la existencia de una naturaleza estable del hombre que sirva para alimentar un sistema legislativo justo, me adhiero por completo a la idea de Chesterton; empero, me estoy volviendo muy escéptico con la idea de una «naturaleza natural» del ser humano. Tal vez, y aunque así deba ser por nuestro propio bien, no exista más comunión natural que la que queramos ver.
Por cierto, el otro día vimos «Los juegos de Ender», que pese a ser regulera, plantea algunos debates en torno a la educación del futuro, la formación de líderes políticos, cuestiones morales y éticas, llegando a rozar incluso el debate sobre los genocidios…
Un saludo!
Sin ánimo de ‘spamear’, y con permiso de los administradores, ‘linkeo’ una entrada en la que comenté algo sobre la película Elysium: http://bit.ly/R6agag
Qué buena tu entrada en Phrontisterion y qué bueno -mejor dicho, qué espeluznante- el texto de Minsky al que remites. Todo me recuerda otra vez al planeamiento de Chesterton: la única salida al capitalismo y al socialismo es que la gente sea propietaria de sus medios de subsistencia, porque si no, seguirán siendo ‘masa’, ya sea para los listos, los poderosos, o el mismo Estado.
El problema es el cómo. Chesterton se daba cuenta de lo dramático de su situación y lo bizarro de su propuesta: ahí estamos, releyendo ‘El regreso de Don Quijote’ y colocando algunas cosas para entenderlo mejor, como ‘caballero de causas perdidas’… o no. Siempre vale la pena luchar.
Gracias por tu magnífico comentario.
Tienes razón en recordarme a Ortega: de él procede mi primera referencia al problema entre la naturaleza y la historia, que luego encontré en autores anteriores, así que te agradezco la referencia, para poder hacerle justicia. El tema toca cuestiones hoy muy difíciles de entender, porque yo creo que todos estos filósofos utilizan la expresión ‘naturaleza’ en sentido metafísico, es decir, ‘esencialista’: no es la ‘naturaleza’ natural del planeta y los seres vivos, sino un principio constitutivo, una igualdad ‘radical’ que subyace a todas las diferencias individuales, que justificaría la igualdad de todos los seres humanos, incluso los más débiles, física o mentalmente: Nietzsche no podía soportar esto, a pesar de ser un enfermo crónico (menuda paradoja).
Yo creo que -a pesar de las lógicas diferencias conceptuales- las ideas sí son comparables. Donde yo veo la salida es en el contexto social -quizá porque me dedico a la sociología, un poco al estilo Heidegger (el mejor Heidegger existencialista): mientras que la vida de una persona estaba escrita en un 90% en una sociedad preindustrial, en la actualidad la complejidad de situaciones es gigantesca, y tenemos que construir nuestra existencia; tan grande es el abanico que podemos pensar que estamos completamente indeterminados -al estilo de la ideología de género (aunque esto en realidad es otro esencialismo de cuño diferente), y las pre-determinaciones podrían ser superadas a nuestra voluntad. Entonces, ‘casi’ se hace realidad la expresión no hay naturaleza, sino historia.
No hace falta ser rico o poderosos en sentido convencional para vivir así: casi cualquiera lo es hoy en una sociedad desarrollada: el problema es si hay algún límite por abajo… que obligue a recortar a los de arriba, política, social y económicamente. Además, Elysium ya existe: son las gated-communities de América del norte y del sur.
Ya me estoy extendiendo mucho. Estoy contigo en la defensa de la naturaleza y la ecología, y tomo nota de El juego de Ender, que me quedé sin poder ver en su momento. Muchas gracias otra vez
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