Una tarde apacible del generoso y primaveral otoño granadino. Los gritos de mis dulces nietas llenando el ambiente de sosiego y armonía. un libro benigno y reparador con un inquietante título, «Los límites de la cordura». El recuerdo de los ideales épicos y liberales de la niñez.
CKChesterton, escondido en la espesura del pasado dichoso, observa y escucha sus palabras: «No pertenezco al tipo de hombre riguroso que prefiere expresar correctamente lo que no quiere decir, antes que expresar inmediatamente lo que desea decir».
Juego de palabras. Aparente oscuridad. Dificultad de comprensión. Obstáculos todos que nos impiden acercarnos al exacto significado de las palabras. más si están trufadas de fingidas ironías, que parecen no venir a cuento: » al tipo de hombre riguroso».
¿Significados retorcidos, nebulosos, imprecisos? ¿Galimatías? ¿Opacidad premeditada? No. Chesterton, como maestro del tropo, nos atrae sugestivamente al conocimiento de la verdad. El autor, Chesterton, hombre veraz y luchador por la verdad, nos regala significados de integridad moral. En tan breves palabras nos da la importancia que para él tiene la verdad. Es una veracidad de caballero. Una veracidad a prueba de martirio, como nuestro Quijote. Una veracidad épica, nacida de un sentimiento aristocrático.
Con estas estructuras de expresión escrita, GKC – paradoja, ironía, juego de palabras- nos conquista, una vez más, con un texto enfatizado e inteligente. Y con las distancias lógicas, el escritor nos pone en contacto con otro escritor veraz. Francisco de Quevedo en su atrevida Epístola Satírica y Censoria, sentencia:
«¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
«¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Los gritos de felicidad de mis nietas caminan al paroxismo. Yo, cargado de paz y en calma, cierro el libro. Y me quedo, acompañado de Chesterton, en los límites de la cordura.
oh! Me ha encantado esta intervención, es gustoso leerla. Esa forma de escribir es de escritor profesional. Espero ver más cosas como ésta, con ese estilo tan bonito.