Hoy traemos un dibujo y una poesía de Chesterton sobre los burros. Primero la caricatura, que refleja cómo se veía Chesterton: su buen humor y su capacidad de reírse de sí mismo son un ejemplo para tantos que nos tomamos tanto en serio…
Pero antes de la poesía, una explicación de por qué hoy traemos estos materiales. Hoy se cumplen 100 años del nacimiento de D. Álvaro del Portillo, un sacerdote español que fue colaborador de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, su fiel colaborador y su sucesor al frente de esa institución de la Iglesia. El Papa Francisco ha aprobado su Beatificación, que se celebrará en Madrid en el mes de septiembre de 2014. Yo tuve la suerte de estar varias veces con D. Álvaro y escucharle y aprender de él, lo que considero una suerte inestimable. Por eso quiero rendirle este pequeño homenaje, al descubrir algunos paralelismos entre estos hombres verdaderamente buenos.
A San Josemaría le gustaban los borricos, porque decía que eran dóciles, perseverantes y no eran engreídos. Se conserva una imagen en la que San Josemaría coloca las figuras de unos burritos en las manos de D. Álvaro, como figura de su confianza en él, puesto que los borriquillos representan a los miembros del Opus Dei: gente corriente, poca cosa, que quieren cumplir con su tarea, como el burro.
Y una vez que hemos aceptado que todos tenemos un poco de borrico, entra Chesterton en escena con su poesía, abriendo –como siempre- nuevas perspectivas. Los versos se encuentran en Lepanto y otros poemas (Renacimiento, 2003) y la traducción es de Enrique García-Máiquez.
EL BURRO
Cuando iban peces por el aire,
cuando el bosque andaba en su primer abril,
cuando era cuna la sangrienta luna,
seguramente entonces, yo nací.
Con cabeza de monstruo y con las alas
raras de mis orejas color gris,
soy la caricatura del diablo
andando a cuatro patas por ahí.
Vagabundo andrajoso de la tierra,
trabajando sin fin he de vivir,
sufriendo hambre y desprecio… Y siempre mudo
me guardo mi secreto para mí,
porque vosotros olvidáis mi hora
que fue inmortal, tremenda y dulce. Allí
alzaban todos a mi paso palmas
y aleluyas al Hijo de David.
THE DONKEY
When fishes flew and forest walked
And figs grew upon thorn,
Some moment when the moon was blood
Then surely I has born.
With monstrous head and sickening cry
And ears like errant wings,
The devil’s warning parody
On all four-footed things.
The tattered outlaw of the earth,
Of anciant crooked will;
Stave, scourge, deride me: I am dumb,
I keep my secret still.
Fools! For I also had my hour;
One far fierce hour and sheet:
There was a shout about my ears,
And palms before my feet.
Totalmente de acuerdo con la oportunidad -en su centenario- de un recuerdo a D. Álvaro del Portillo, humana y eclesialmente una personalidad de enorme dimensión. Yo, privadamente, le rezo… (Pero lo de los burritos y demás, aunque cierto y entrañable, me parece… ¿cómo lo diré?… un poco traído por los pelos y como si dijéramos impudoroso… Además ¿quién firma? ¿Chestersoc? (!)). Saludos y gracias.
Efectivamente, la entrada está firmada por Chestersoc. Puedes ver el perfil completo en ‘quienes somos’. Quizá son juegos del mundo bloguero, pero es así: cuando empiezas no sabes el alcance que puede llegar a tener tu actividad y por eso le das un toque divertido, que puede gustar más o menos.
La fotografía de los burritos está tomada de una página oficial, publicada en la web del Opus Dei el 1.10.2013, que olvidé enlazar al realizar la entrada, como suelo hacer, y que ya he corregido. Lo de impudoroso no lo entiendo muy bien: no veo nada impúdico en las manos de dos sacerdotes con unas figuritas de animales.
La imagen quiere expresar la idea de responsabilidad de D.Álvaro, al mismo tiempo que la grandeza de la fidelidad y su consideración por parte del Fundador del Opus Dei. Y al mismo tiempo, la idea que subyace de fondo es la coincidencia entre la idea de Escrivá y Chesterton, en su coincidencia en la con la figura del borrico, en su elogio de la humildad y la valoración divina de ese animal peculiar, del que todos tenemos un poco, ¿no?
Igual el señor Juan Durán no sabe que la Iglesia ha comenzado el proceso de canonización de Chesterton. A mí me parece la semejanza en la consideración del burro una coincidencia sorprendente -o quizá no, si se piensa desde la perspectiva católica- y me parece una buena idea. Igual hay más semejanzas, amigo Chestersoc, que hay que buscar y publicar…
Hola Chestersoc…
Excelente el poema… E hecho no sabía que Chesterton había experimentado con la poesía-
Muy oportuno el homenaje por la muerte de D. Álvaro del Portillo,
Muchos saludos, Aquileana 🙂
Me alegro que te haya gustado, es muy de su estilo: tras la grotesca descripción del borrico, el reconocimiento del burro -su secreto- está en ser el trono de Jesús entrando en Jerusalém siendo aclamado como Rey de Israel. Hay algunas poesías más -también con su versión original- que puedes encontrar pulsando en la nube de tags. La canción de Noé es mi favorita.
Como bloguero, encuentro tantas veces el motivo para escribir en las coincidencias. A mí las coincidencias suelen salirme al encuentro, no sé si en este caso es buscada; pero si es así, aún tiene más mérito, pues me parece, además, encontrada.
El sentido cristiano de la figura del borrico para Chesterton y para San Josemaría es de un paralelismo sorprendente, y el punto de encuentro en Don Álvaro me resulta de lo más acertado y oportuno.
Muchas gracias, Alberto por tu amable comentario. La única coincidencia fue encontrar el verso de Chesterton. Todo lo demás vino solo, quizá porque uno tiene interiorizado lo de ser un poco -o un mucho- borrico.