En el ensayo Civilización y progreso se advierte bien el pensamiento y el método de Chesterton. Para analizarlo, destacaré primero algunas palabras del texto, de esas que podrían convertirse en frases lapidarias o citas hologramáticas de Chesterton. Como siempre, entre paréntesis, el párrafo al que corresponden.

La ilustración El progreso milenario, de Martin Elfman coincide con el diagnóstico de Chesterton
-El progreso, en el único sentido útil para la gente sensata, equivale sólo a un éxito humano, y es evidente que el éxito humano es un paso de lo complejo hacia lo simple (01).
-El verdadero genio técnico triunfa cuando logra hacerse innecesario. Sólo el charlatán trata de volverse indispensable (01).
-Dije que la civilización era la capacidad de volver a la normalidad. […] La civilización es aquello que puede ser tan simple como se quiera sin perder la civilización y que puede ser tan civilizado como le plazca sin perder la simplicidad (05).
-No alcanzamos a entender que incluso los atajos deberían llevarnos a la carretera principal (06).
En estas frases encontramos a un Chesterton que rechaza tanto las sofisterías del discurso socio-político –e incluso intelectual- como las complejidades de la sociedad moderna. Pero estas complejidades han sido interpretadas de dos maneras principales en la modernidad. Casi se diría que la historia humana bascula entre dos tipos de concepciones. La primera se asocia a esas épocas en las que parece que las cosas van solas, según una tendencia de progreso, como las épocas de desarrollo, crecimiento y prosperidad, y que algunos –como hace Spencer, influidos por la teoría de la evolución– aprovechan para ‘confirmar’ un progreso ineludible. Chesterton critica esta postura: No es nada tan horrible como una tendencia o una evolución, ni cualquier otra de esas cosas que no se detienen en ninguna parte, por la sencilla razón de que no van a ninguna parte (05).
Y la prueba es que estos períodos históricos alternan con otros en los que las cosas andan revueltas y se diría que impera la ley del más fuerte –sea capitalista o imperialista-como ocurrió durante el colonialismo, la primera Gran Guerra, la II Guerra Mundial, y probablemente también ahora, estos tiempos en los que el mundo se reordena tras la guerra fría y la caída del comunismo soviético.
Pero Chesterton se rebela contra ambas posturas. Como estamos viendo en Esbozo de sensatez, GK está convencido de que podemos acercarnos a un ideal, porque la verdadera civilización no es un desarrollo, es una decisión (05). Y esa decisión tiene que basarse en determinados criterios orientados al bien común, perspectiva hoy secundaria frente a la del bienestar individual: atomización individualista de sujetos que buscan su bien particular, pero que acaba por conducir a la dominación del fuerte.
«El progreso, en el único sentido útil para la gente sensata, equivale sólo a un éxito humano, y es evidente que el éxito humano es un paso de lo complejo hacia lo simple» .
El post sobre la noción de progreso en Chesterton es claramente crítica de una tendencia neo iluminista acorde a la cual las luces de la Razón se asocian con la ininterrumpida .
Pienso claro no sólo en Spencer, sino en Hegel con su idea de evolución del Espítitu y de la Historia Humana.
Incluso aquí en nuestras lindes argentinas, Domingo Faustino Sarmiento escribió un libro llamado «Civilización y Barbarie» muy vinculado con la misma temática cuya contracara sería la de la obra «El Matadero» de Esteban Echeverría (Romanticismo y realismo social). En fin todo esto para señalar que las tendencias de la época explican cómo se definen los perfiles sociológicos/literarios de los autores.
En el caso de Chesterton, feliz soy de saber más sobre él. Muchas gracias por compartir.
Abrazo, Aquileana 😉
Te agradezco mucho el comentario, muy enriquecedor porque sitúa a Chesterton en un marco contextual mucho más amplio, que llega hasta sus raíces en la Ilustración.
También son muy interesantes los autores que citas. Los he buscado en la biblioteca de la Universidad de Granada, por si acaso y… están las ‘Rimas’, de Esteban Echevarría, pero en acceso restringido en la biblioteca central: debe ser un libro de valor, por tanto.
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