Algunos errores difundidos sobre Chesterton (Reseña de R. Jordana en la GER)

Chesterton nunca temió ir contracorriente, defendiendo sus ideas por encima de los convencionalismos sociales

Chesterton nunca temió ir contracorriente, defendiendo sus ideas por encima de los convencionalismos sociales

He releído la voz G.K. Chesterton en la Gran Enciclopedia Rialp (Madrid, 1971) –cuyo breve texto ofrecemos íntegro- realizada por Ricardo Jordana (que debió ser un académico vinculado a la literatura inglesa, pues es coeditor con Robertson de un diccionario inglés-español) y no he podido por menos que sentirme desilusionado, no tanto por el despego con el que se refiere a Chesterton –que quizá puede ser una apreciación personal mía- como por la relativa desinformación que ofrece. Tras señalar lo prolífico, crítico, paradójico y brillante de su obra, muestra un conocimiento muy superficial de sus escritos, cuando afirma que “defiende el convencionalismo de manera muy poco convencional”: esto recuerda demasiado a repetición de alguna crítica anterior, más que a una familiaridad de primera mano con su obra.

La reseña contiene varias inexactitudes en fechas –que han sido corregidas-, pero como tono general, se diría que trata de ser ‘imparcial’, por lo que reúne virtudes y defectos. Aquí cabría recordarle el famoso texto del propio Chesterton sobre El error de la imparcialidad: lo malo no es que recoja defectos, sino que procedan de lo que otros han escrito sobre él, sin contrastarlos. Por eso, lo que vamos a hacer, para desmontar algunos de esos equívocos, es recoger el principal párrafo del texto e intercalar las correspondientes aclaraciones, para lo que separaremos sus frases. Al fin y al cabo, la labor resultará positiva.

-“Chesterton es autor de buenos ensayos y buenos versos, aun cuando estos últimos arrastran casi siempre un lastre expositivo y doctrinal, y en los primeros predomina el genio periodístico que busca el efecto del momento”. La cuestión del lastre doctrinal se dice siempre de Chesterton (y si no se es cristiano, se advierte mucho más). Uno querría encontrar frases brillantes siempre, pero –dado que a GK lo que interesa es la verdad– no le importa cargar con la etiqueta, argumentando una y otra vez sobre los mismos temas. De ahí que la cuestión del ‘efecto del momento’ resulte ridícula: Chesterton pasa de pensar sobre la versátil naturaleza del terreno en ‘Un trozo de tiza’ a la cuestión del sometimiento a la aristocracia en ‘Dos policías y una moraleja’, que pronto publicaremos en el Chestertonblog.

-“Dominó el humor y la ‘salida’ inesperada y chocante, y cultivó el arte de presentar lo usual con una luz insólita, dando nueva vitalidad a la sabiduría popular, si bien su técnica se fue amanerando con el paso de los años”. Es cierto: Chesterton enseña a ver la vida de otra manera –lo que él llamaba misticismo o sentido común, el asombro agradecido por las cosas buenas que nos rodean-. Sin duda, no es siempre posible la originalidad, de ahí el cierto amaneramiento –si quiere llamarse así. Pero a GK no le preocupa tanto su estilo o la originalidad como el contenido de lo que quiere transmitir. Algunas de sus mejores obras están escritas los últimos años de su vida, como Santo Tomás de Aquino o la Autobiografía.

-“Optimista por temperamento, se burlaba de las cavilaciones que amargaban la vida de tantos de sus contemporáneos”: GK se burlaba de los optimistas y de los pesimistas. Pero su ironía –siempre presente- es una crítica real al pesimismo profundo que late en la cultura moderna, incluso bajo la apariencia de optimismo de tantos escritores, pues no está realmente bien fundamentado, con lo que acaba en eterno retorno.

-“Para él los métodos de la filosofía y de la ciencia son arbitrarios, presentan un aspecto parcial y desligado de la realidad, y preocupan tan sólo a quienes les confieren categoría de forma exclusiva del conocimiento”: en absoluto. Chesterton valora el rigor metodológico de manera extraordinaria, precisamente porque él mismo era el primero en ponerlo en práctica. Lo que dice mil veces es que caemos en la tentación de considerar el último descubrimiento –o la última moda intelectual- como definitivos, como la panacea, sin darnos cuenta de que la ciencia avanza dejando atrás las teorías anteriores y verdades consolidadas: como ejemplo, el átomo y la inmensa serie de partículas subatómicas que le han seguido, recogido en Santo Tomás de Aquino (Cap. 6). Pero el planteamiento del mecanismo falsacionista de la ciencia ya está en el tercer capítulo de Ortodoxia.

-“Por el contrario la sabiduría segura se halla en los valores de la tradición que superan el subjetivismo puritano”. La tradición es la democracia de los muertos, dice GK en Ortodoxia, que sólo significa que tenían sus razones para hacer las cosas, no que haya que seguirlos porque lo hicieron ellos, contra el afán obsesivo por lo nuevo. Critica el tradicionalismo –habitualmente vinculado a conservadores e inmovilistas aristócratas que se benefician del statu quo- como la necesidad de moverse continuamente, a través de las ironías sobre ‘el hombre práctico’, que sólo en la acción encuentra su plenitud.

-“La ligazón de esa experiencia es la religión, posibilitada por la autoridad. La sumisión del individuo a dicha autoridad fundamental constituye la verdadera libertad”. Cualquiera que haya leído a Chesterton habrá visto que la única autoridad que Chesterton acepta es la de la razón. Si acepta la religión es porque –aceptando la autoridad de los sentidos -de las cosas materiales- comprendió la necesidad de un ser creador de tanta maravilla, que hizo un mundo razonable, aunque tuviera algunos condicionamientos (que es lo que la gente de hoy encuentra difícil aceptar). En ningún momento plantea la sumisión y –en obras como Santo Tomás de Aquino (Cap.4)- recuerda que la autoridad religiosa se ejerce en beneficio de las personas, para librarlas de otras personas o incluso de los propios errores. Aunque hoy parece rechazarse toda autoridad, ésta se ejerce a través de la economía y los medios de comunicación, lo que los expertos llaman el ‘poder blando’ (por ejemplo, Joseph Nye: Soft power: the means to success in world politics. Public Affairs, 2004). Así que la autoridad religiosa es vista por algunos como un contrapoder que les conviene minimizar, frecuentemente ridiculizándola o señalándola como algo anticuado).

-“En el aspecto histórico-social, según Chesterton, la máxima armonía se alcanza durante la Edad Media, cuando los gremios ofrecían un margen al sentimiento individualista, en el marco corporativo sólidamente establecido sobre bases espirituales”. Esto es cierto: lo que no se dice es que desde entonces, los poderosos se las arreglaron para incrementar su poder: en política, logrando Estados centralizados y fuertes de pertenencia obligatoria –El Estado servil, según Belloc-, y en economía, a través del capitalismo, generando una plutocracia que –si bien se legitima por su demostrada capacidad de crear riqueza- no es menos cierto que se basa en el salario en vez de la pequeña propiedad, lo que deja a la gente corriente a merced de las empresas, cada vez más grandes, y –como estamos viviendo desde 2008- de los vaivenes cíclicos de los mercados, generados a veces por los intereses inconfesables de las mismas empresas. Para hacerse una idea de la opinión social, política y económica de Chesterton, hay que leer Esbozo de sensatez.

En cualquier caso, mantenemos en el blog el texto de Jordana, pues –a pesar de su escasa aportación- forma parte del conjunto de escritos sobre Chesterton en lengua castellana.

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4 Respuestas a “Algunos errores difundidos sobre Chesterton (Reseña de R. Jordana en la GER)

  1. Estoy muy de acuerdo con la crítica que en la entrada se hace a R. Jordana. A mayor abundamiento, las formas literarias, aun en sus diversos géneros, no suelen ser en los ensayistas contradictorias: o sea, no se conjuga, incluso en los gustos líricos de la época, lo doctrinal ensayístico -con pretensiones de perennidad, pues-, y una poesía circunstancial del momento.

  2. Queridos amigos chestertonianos:

    Aprecio su magnífica crítica a la reseña del Sr. Jordana. No obstante, creo que hay que matizar el texto en que se explica la crítica de nuestro Chesterton al sistema capitalista. Me refiero a la frase que afirma que el capitalismo y la plutocracia que genera son «legitimados» por su “demostrada capacidad de crear riqueza”. Es cierto que a continuación se matiza, no obstante considero que es una afirmación poco “chestertoniana”. Veamos, para Chesterton el capitalismo no está legitimado por crear riqueza. Cuando tres cuartas partes de la humanidad viven bajo el umbral de la pobreza y cada dos segundos muere un niño de hambre, no tiene ningún valor que un 15%, un 20% o un 25% de la población viva en la opulencia, ni que viva bajo un régimen económico que crea mucha riqueza. Y decir ésto no es demagogia. Es conciencia social. La capacidad de crear riqueza no tienen ningún valor porque la mayoría vive en la pobreza. No lo digo yo, lo dice la Doctrina Social de la Iglesia. Es que si leyéramos las Encíclicas Pontificias entenderíamos el desarrollo material de los pueblos, o la simple creación de riqueza de una organización económica, no la legitima.
    Decía San Juan Pablo II: “El subdesarrollo de nuestros días no es sólo económico, sino también cultural, político y simplemente humano, como ya indicaba hace veinte años la Encíclica Populorum Progressio. Por consiguiente, es menester preguntarse si la triste realidad de hoy no sea, al menos en parte, el resultado de una concepción demasiado limitada, es decir, prevalentemente económica, del desarrollo” (SOLLICITUDO REI SOCIALIS”, 15 e).
    “Sollicitudo Rei Sociales” enseña y descubre la responsabilidad del imperialismo capitalista en la pobreza, el hambre y el subdesarrollo en el mundo. Otro tanto podemos encontrar en “Centesimus Annus”: “se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico, entendido como método que asegura el predominio absoluto del capital, la posesión de los medios de producción y la tierra, respecto a la libre subjetividad del trabajo del hombre” (San Juan Pablo II. “CENTESIMUS ANNUS”, 35 b).
    Ya es hora de asumir que el capitalismo no es el mercado libre, ni la libre iniciativa, ni el riesgo en la inversión. Esto ya ocurría en la Edad Media sin capitalismo; al contrario es la absolutización del mercado, y la tendencia al monopolio (y por lo tanto un obstáculo a la libre iniciativa de los demás).
    La clave del problema se refiere a la propiedad capitalista de los medios de producción y al régimen de salariado. Los abusos del capitalismo son inherentes a la naturaleza del sistema. El abuso no consiste sólo en pagar un salario injusto. El trabajo tiene además derechos de propiedad y participación en la gestión y beneficios de la empresa: “El hombre que trabaja desea no sólo la debida remuneración por su trabajo, sino también que sea tomada en consideración, en el proceso mismo de producción, la posibilidad de que él, a la vez que trabaja incluso en una propiedad común, sea consciente de que está trabajando “en algo propio” (San Juan Pablo II. “LABOREM EXERCENS”, 15 b).
    El ideal de Chesterton era reunir en las mismas manos el capital y el trabajo, convirtiendo a los trabajadores en patronos y al capital en asalariado. Se trata de convertir a los asalariados en propietarios. Porque ello es justo, viable, conveniente.

    Un saludo cordialísimo.

    Chestertoniana

    • Querida amiga: muy agradecido por la excelente glosa de la doctrina social de la Iglesia que complementa y mejora notablemente la entrada.
      En realidad, cuando decimos que el capitalismo ‘se legitima’, no estamos pensando a los ojos de Chesterton, sino de la sociedad: es la gente de los países occidentales la que -a pesar de no ser propietaria- acepta vivir en un Estado servil, para el que todos trabajamos y ve con buenos ojos un sistema que proporciona bienes hasta saciarse… hasta que llega la crisis y se ve su verdadero rostro. Otra cosa es lo que ocurre en los países en vías de desarrollo, los que trabajan para el desarrollo occidental, aquellos de los que Occidente se aprovecha, etc. El énfasis en la propiedad es continuo en Chesterton,
      Sin embargo, el propio Chesterton termina su libro ‘Esbozo de sensatez’ -ver nuestra versión del libro en http://wp.me/P3QO9M-aX- si no lamentando, sí al menos dándose cuenta de cómo la gente ha aceptado este sistema que proporciona abundancia a corto y problemas -sobre todo insatisfacción y desigualdad- a largo plazo. Y hace un llamamiento a lo que él llama ‘la religión de la pequeña propiedad’, porque es consciente de que sólo un movimiento con las características de la religión podría cambiar las cosas. De hecho, es lo que hace el marxismo, que tiene todas las características de una fe religiosa -con su visión en el paraíso comunista- y que ha tenido fuerza para movilizar a millones de personas… con resultados desastrosos. Por el contrario, el capitalismo, acomoda a los ricos y hace soñar a los pobres con una riqueza que no satisface.
      Muchas gracias de nuevo por tu excelente aportación. Hasta la próxima!

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