El día 30 de julio de 1922 Gilbert Keith Chesterton era recibido en la Iglesia católica. Hemos estado a punto de reproducir completo en blog el texto ¿Por qué soy católico?, pero no hemos querido añadir más textos, cuando llevamos varios sin exprimir del todo.[1] Nos limitaremos a presentarlo y comentar un fragmento singularmente importante.
En 1926, Ayer Co Publications lanzó a la calle un volumen titulado Twelve modern apostles and their creeds, en el que, con una presentación del famoso Deán Inge de la catedral de San Pablo de Londres, GK Chesterton y otros once autores pertenecientes cada uno a una religión –incluyendo a un ateo- justifican su postura. El libro tiene hoy precio de coleccionista y fue reeditado en 1968 (Freeport, Nueva York). Aquí puede verse su contenido. Casi 90 años después, el libro se vende en Internet adjudicado a Chesterton.
La aportación de GK –¿Por qué soy católico?– es muy famosa y puede hallarse reproducida en muchos lugares, aunque normalmente no se cita la fuente correctamente. También el libro The thing (1929) –traducido como La cosa (selección, Espuela de plata, 2010; sólo parcialmente) o La cuestión (El buey mudo, 2010)- lleva como subtítulo esas palabras y contiene un artículo también denominado así, aunque plantea cuestiones complementarias. La versión que utilizamos aquí es la de Espuela de Plata (2010, pp.19-27, traducción de Enrique García-Máiquez y Aurora Rice) que –al reproducir los dos textos- llama a este I y al otro, II.
Hechas estas aclaraciones, hoy tan sólo ofrezco el primer párrafo, y dedicaré el resto de la entrada a comentar una de las 6 razones que GK ofrece en él. Los próximos días glosaré cada una de las restantes. El texto es el siguiente:
Explicar por qué soy católico es difícil: existen diez mil razones que suman una sola razón: que el catolicismo es verdad. Podría rellenar todo el espacio que tengo con distintas frases, comenzando cada una con las palabras: “Es lo único que…” Así:
(1) Es lo único que de verdad impide que el pecado sea secreto.
(2) Es lo único en que el superior no puede ser superior, en el sentido de altanero.
(3) Es lo único que libera al hombre de la esclavitud degradante de ser hijo de su tiempo.
(4) Es lo único que habla como si fuese verdad, como si fuese un mensajero auténtico que se niega a interferir con un mensaje auténtico.
(5) Es el único cristianismo que verdaderamente incluye a todo tipo de hombre, incluso al hombre respetable.
(6) Es el único gran intento de cambiar el mundo desde dentro, a través de las voluntades y no de las leyes.
Etcétera.
Tras estas seis razones, Chesterton continúa la ruta ‘de la verdad’. Sin embargo, si uno se detiene en ellas un momento, se advierte que constituyen un magnífico reflejo de la concepción del ser humano que posee GK, y la base –por tanto- de su pasión por la verdad, cuestión sobre la que volveremos cuando llegue su momento. Hoy tan glosaremos la primera razón:
1. Es lo único que de verdad impide que el pecado sea secreto.
La cuestión del pecado preocupó siempre a Chesterton, no como la transgresión de la ley moral –que es la principal definición y suele ser el sentido más habitual- sino en su dimensión más antropológica, como el error del hombre, cuyas consecuencias le llevan al empequeñecimiento y a la tristeza, tal como veíamos en la reciente entrada dedicada al Padre Brown y el infierno de Dante. Hay dos fuentes principales para estudiar la consideración del pecado en Chesterton:
La primera es Ortodoxia, donde dedica uno de los primeros capítulos a hablar del mal y el pecado en el mundo. La segunda es su propia Autobiografía (original de 1936; Acantilado, 2003), donde se encuentran esas famosas palabras: Cuando la gente me pregunta: “¿Por qué abrazó usted la Iglesia de Roma?”, la respuesta fundamental –aunque en cierto modo elíptica- es: “Para librarme de mis pecados”, pues no hay otra organización religiosa que realmente admita librar a la gente de sus pecados (Cap.16-13).
Como se puede ver, este no es el matiz de su texto de 1926, pero tampoco es muy distinto. Cuando profundizamos en el pensamiento de Chesterton nos damos cuenta de que –aunque es lo opuesto a Nietzsche- es profundamente vitalista. Fue aquella etapa juvenil que él mismo denomina como solipsista la que le marcaría para siempre: su profundo sentido de la alegría y la humildad le hicieron ver que debía salir de sí mismo, en lugar de encerrarse en su propia cabeza, aferrarse a sus propios criterios, y acabar en el nihilismo o la tristeza y el pesimismo, o en su opuesto, la presunción. Y como cuenta mil veces, sólo encontró un camino para vivir conforme a ese principio: la religión católica.
Aunque Chesterton pasa por ensayista, filósofo o incluso historiador, la faceta de psicólogo ha quedado en un lugar secundario que habría que rescatar, a la par que su antropología, pues se halla en el núcleo de la frase que comentamos. El secreto es algo que está oculto, en la mente de aquellos que lo conocen, y en este caso, de aquel que comete el pecado. GK comprende que –como hace la confesión católica- ventilar los propios errores en el confesonario te libera y te devuelve a la vida. GK se plantea esto mucho antes de ser católico, y empieza a difundirlo a los cuatro vientos. Como dice en la Autobiografía –y lo hemos comentado en el blog-: Cuando un católico se confiesa, vuelve realmente a entrar de nuevo en ese amanecer de su propio principio y mira con ojos nuevos, más allá del mundo, un Palacio de Cristal que es verdaderamente de cristal. Él cree que en ese oscuro rincón y en ese breve ritual, Dios vuelve a crearle a Su propia imagen. Se convierte en un nuevo experimento de su Creador, tanto como lo era cuando tenía sólo cinco años. Se yergue, como dije, en la blanca luz del valioso principio de la vida de un hombre. La acumulación de años ya no puede aterrorizarle. Podrá estar canoso y gotoso, pero sólo tiene cinco minutos de edad (Autobiografía, 16-13).
Vale la pena destacar la continuidad entre los dos textos: la referencia al palacio de cristal, a ser transparentes, a ser sencillos como un niño, virtud que tanto admiraba GK y tan poco de moda hoy día…
[1] Es una forma de hablar: sobre ningún texto se puede decir nunca ‘la última palabra’, pero desde luego, mucho menos sobre los de Chesterton.
Está bien etiquetado como ‘Políticamente incorrecto’, porque hablar de pecado hoy, en una sociedad en la que nadie se arrepiente de nada, suena de lo más transgresor. GK no tuvo reparos en decir lo que pensaba, más aún si consideraba que era verdad. Ah, y resulta interesante el planteamiento de los seis argumentos, a ver cómo sale el resto.
Me alegro que te guste la entrada. Hablar de poseer la verdad hoy día suena presuntuoso, pero nada más contrario al propio Chesterton: hablar de la verdad era cuestión de humildad, pues es lo que siempre fue buscando, como se pone de manifiesto, desde muy joven. Gracias por comentar. 😉
Hola y saludos desde el norte del estado de Nueva York. Simplemente quería decir hola y para felicitarlo por su página web agradable, que he descubierto hoy gracias a un enlace de facebook por el GK Chesterton Institute for Faith and Culture at Seton Hall University. Por favor, perdóname, también, por cualquier mala traducción intento aquí, pero usted me inspira a seguir trabajando en mi español para poder leer más de su blog! Salud, y feliz dia GK-devenir-católico!
Mientras actualizaba la página ‘blogs sobre Chesterton’ (http://wp.me/P3QO9M-fN) para incluir a la ‘Albany Chesterton Society’ en ella, veo que habéis colocado un post sobre el Club Chesterton de Granada y nuestro blog verdaderamente elogioso, por lo que os estamos muy agradecidos.
No te preocupes por la expresión, tampoco la nuestra es perfecta en inglés. Lo que da mucha alegría es encontrar grupos hermanos en otras partes del mundo, porque nosotros hacemos exactamente igual que vosotros desde hace varios años, reunirnos mensualmente para leer y comentar a GK y concluir con unas cervezas en algún lugar agradable, brindando a la saludo de los chestertonianos de todo el mundo. La entrada de mañana estará dedicada a vosotros, para corresponder.
Gracias por esta entrada, en la que de la mano de Chesterton, una vez más nos sabemos niños por la confesión de nuestros pecados.
Sí que es así. Una de las mejores cosas de GK como intelectual es cómo sentía la necesidad de coherencia entre lo que se piensa y lo que se vive. Gracias por comentar.
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Es interesante cómo, hoy en día, los mismos católicos, incluso gran parte de los sacerdotes empujados por una teología considerada por ellos moderna, ven en la confesión algo antiguo y puramente psicológico. Al leer a Chesterton cada vez me doy cuenta que tenemos, los católicos, un tesoro pero que no somos conscientes de ello, y buscamos en la basura de otros movimientos de pensamiento algo que nos transforme en aceptables para los ojos de la actual cultura.
La verdad es que tienes toda la razón. Lo sorprendente es cómo lo plantea Chesterton, pues la cuestión antropológica sólo está enunciada: Debe ser una pesada carga -probablemente insoportable para muchos- ese llevar a cuestas toda la vida los errores cometidos-. Es posible que la gran mayoría de los católicos no sepan lo que tienen, ni si quiera los que confiesan asiduamente.
Muchas gracias por tu comentario, tan interesante.
Me encanta que haya gente que trabaje los escritos de Chesterton. Es una gran aportación a nuestra sociedad huida de unos valores primarios. Ánimo y seguir haciendo este blog tan apasionante, del que hay tanto eco en las redes sociales.:)
Gracias por tu comentario tan animante: nos alegra mucho que te guste el blog, y te animamos a que sigas haciendo comentarios, para que mucha más gente se anime.
Absolutamente concluyente el terecr punto destacado arriba («Es lo único que libera al hombre de la esclavitud degradante de ser hijo de su tiempo»). Fabuloso post. Un abrazo, Aquileana 😛
Fabuloso Chesterton, querida amiga. Uno puede ser creyente o no, pero el sentido común de Chesterton es apabullante. Es de esas cuestiones que me animaron a lanzar el blog. Gracias por comentar.
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