Llevamos unas semanas comentando el libro ‘Santo Tomás de Aquino‘ pero he encontrado un texto sintético tan excelente que no me resisto a reproducirlo. Se encuentra en la selección titulada «La cosa» (Espuela de Plata, 2010, pp.204-7; no confundir con el libro del mismo título), y fue publicado en el semanario casi bicentenario The Spectator el 27.02.1932, antes de recibir el encargo del libro sobre Santo Tomás, por parte de la editorial Hoddern & Stoughton, según la web de la American Chesterton Society, que lo publica en versión original. Como dice el propio Chesterton, la dificultad es seleccionar entre las muchas facetas de su mente, la que mejor sugiera su tamaño o escala. Y como es habitual, GK lo resuelve estupendamente:

Santo Tomás de Aquino era profundamente admirado por Chesterton. Imagen: Fluvium.org
Para entender su importancia, hay que compararlo con los dos o tres credos cósmicos alternativos: él es todo el intelecto cristiano hablando con el paganismo o el pesimismo. Discute, a través de los siglos, con Platón o con Buda, y él gana. Su mente era tan amplia, y de un equilibrio tan hermoso, que para sugerirla habría que hablar de un millón de cosas.
Tal vez la mejor simplificación sea ésta: Santo Tomás se enfrenta a otros credos del bien y del mal, sin negar para nada el mal, con la teoría de dos niveles del bien. El orden sobrenatural es el bien supremo, como para cualquier místico oriental, pero el orden natural es bueno, tan sólidamente bueno como para cualquier hombre corriente. Así es como “acaba con los maniqueos”.
La fe es más elevada que la razón, pero la razón es más elevada que todo lo demás, y tiene derechos supremos en su propio dominio. Ahí es donde anticipa y responde al grito anti-racional de Lutero y compañía. Como me dijo un poeta altamente pagano: “La Reforma tuvo lugar porque la gente no tenía cerebro para entender a Aquino”. La Iglesia es más inmortalmente importante que el Estado, pero el Estado tiene sus derechos, así y todo.
Esta dualidad cristiana siempre ha estado implícita, como en la distinción que hizo Cristo entre Dios y el César, o la distinción dogmática entre las naturalezas de Cristo. Pero a Santo Tomás corresponde la gloria de haber descubierto ese doble hilo como clave de mil cosas. Y así, creó el único credo en el que los santos pueden estar cuerdos. Se presenta ante el mundo moderno como el único credo en el que los poetas pueden estar cuerdos. Porque ahora no hay nadie que acabe con los maniqueos, y toda la cultura está infectada de la leve sensación impura de que la naturaleza, y todas las cosas que tenemos detrás y debajo, son malas.
Para el intelectual sólo hay exaltación en las alturas. Santo Tomás exaltó a Dios sin rebajar al Hombre; exaltó al Hombre sin rebajar la naturaleza. Así, hizo un cosmos de sentido común, ‘terra viventium’, tierra de los vivos. Su filosofía, como su teología, es la del sentido común.
No tortura el cerebro con desesperados intentos de explicar la existencia restándole importancia. Los primeros pasos de su mente son los primeros pasos de cualquier mente honesta, igual que las primeras virtudes de su fe podían ser las de cualquier campesino sincero.
Él, que combinó tantas cosas, también combinó la sutileza con la sencillez intelectual, y el sacerdote que asistió en su lecho de muerte a este titán de energía intelectual, cuyo cerebro había arrancado de raíz el mundo entero, y penetrado en cada estrella, y dividido cada paja del universo del pensamiento e incluso del escepticismo, dijo que al escuchar la confesión del moribundo, de repente le pareció estar escuchando la primera confesión de un niño de cinco años.
Magnífico. Cabe añadir: la grandeza de Santo Tomás no es sino la grandeza de la fe católica.
Dos cosas sobre esta entrada:
La primera, la alucinante capacidad de Chesterton para ver las cosas desde arriba, de manera que tiene una panorámica total de la forma de ver las cosas ‘en la Tierra’, comparándolo todo entre sí -en este caso, Sto Tomás con el resto de ideologías.
La segunda, la tendencia humana a ver las cosas negativamente, que también existe hoy. Sin embargo, GK menciona en el texto «esa leve sensación impura de que la naturaleza es mala», cosa que hoy parece que no se da. Pienso que es un reto para los creadores y los seguidores del Chestertonblog interpretar esta realidad hoy día: más bien hay una exaltación de la naturaleza. Sin embargo, quizá seamos los seres humanos los que pensamos mal de nosotros mismos… sin darnos cuenta de que también somos parte de la naturaleza.
Gracias por estos comentarios. Efectivamente, ése es nuestro reto y con esa intención nación el blog: repensar las ideas de Chesterton, con intención de aplicar lo aplicable, que es mucho más de lo que parece.
Absolutamente interesante. Gran extracto y estudio del mismo Chestersoc.
Genial como resuelve Santo Tomas el Problema del Mal y su postura respecto a la dicotomía Fe/Razón…
Creo que el aporte de mayor importancia es el que tiene que ver con el lugar del Hombre respecto al Cosmos. casi una perspectiva que antecede al Humanismo.
Muchas gracias por compartir y buena semana para vos,
Aquileana 😀
Una de las cosas que cada vez me impresionan más de Chesterton es la profunda necesidad que tiene de coherencia entre lo que se dice y se hace. Estuve a punto de quitar el último párrafo, pero al final decidí dejarlo, para mostrar que la sabiduría no está reñida con la humildad y la sencillez. Además, como sucede muchas veces, lo mismo que admira GK en Sto. Tomás, es lo que vive, pues fue un hombre nada creído y profundamente sencillo.
Muchas gracias por tu comentario, en el que efectivamente das en el clavo con la postura del hombre en el cosmos. Hasta pronto! 🙂
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